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Quiero puro salirrrrr

Primero. No me malinterpreten por favor. No soy de andar por la vida, bailando y cantando. Bien por los que pueden, pero yo no puedo. Lo mío es: de la casa al trabajo, del trabajo a la casa. 

Esclavitud la llaman algunos, matrimonio le digo yo.

¡Pero por Diossss que tengo ganas de salir a bailar! 

Y ojo que; repito, el carrete no es lo mío. Sinceramente: la mitad de las veces que me invitan a uno, me quedo dormida… Pero hoy se siente como sinónimo de salir, de estar con otros, de ser una persona social. Y eso… eso es lo que extraño….

Diría que he salido en el último año “pre-apocalipsis zombi”, con suerte una vez. Tres es mucho decir. Dejémoslo en dos que me está dando pena ni escasa vida social.

Pero pasa que, como todo acuario que se precie de tal, “dime que está prohibido, para que me den más ganas” y esta pandemia ha empeorado ostensiblemente mi natural naturaleza en donde el “no poder” es sinónimo del aumento “del querer”.

Ojo que tampoco voy a salir corriendo en cuanto se levante la cuarentena y se acorte el toque de queda. Que tengo hasta la vacuna antirrábica, pero el terror a la respiración ajena me supera todavía… Y bailando se respira… Dicen…

Se me hace que en esta oportunidad ganará el debo la guerra del quiero y ante la imposibilidad de salir, volcaré todas mis energías en otra cosa. No sé… el ejercicio.

Porque, sí. Lo prometo. En esta cuarentena tooodo será diferente…

Esta vez no intentaré ser Master Chef. No subiré de peso, bajaré…

El Lucho no me dirá: “¿Cuándo fue la última vez que te bañaste?”.

No advertiré con espanto que salgo en todos los Zoom con la misma ropa. No habrá mujer más producida que yo. 

Es que díganme si no: la cuarentena es sinónimo de pijama. 

Pero esta vez, necesito encontrar en cada desventaja una ventaja. En cada problema una posibilidad. Es que; no se ustedes, pero yo ya estoy cansada de este estrés permanente, de este miedo insipiente, de este caos latente.

No quiero saber de noticias que giran todo del tiempo en torno al virus. El de ahora y los que vienen… No es que me esté cegando, siendo poco empática o dejando de ser cuidadosa… No señor. Pero al menos yo, me la puedo con una pandemia por vez y escuchar que ya hay contagios humanos de gripe aviar y que ahora apareció el hongo negro es demasiado sumamente.

Así que: ante la imposibilidad relativa de salir, me verán a la hora del Happy Hour, sobre mi bicicleta de spinning (en el patio), escuchando música, imaginando que se abren las alamedas por donde pasa esta mujer libre; a Bahía Juárez o algo así, a bailar, bailar, bailar….

 

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