¿Cuál ha sido la evolución que ha tenido la UCM?
“Creo que la UCM ha vivido en los últimos cinco años un crecimiento muy grande. A otras universidades, ese mismo crecimiento les ha tomado más tiempo. Hemos crecido significativamente en investigación, en la formación, en postgrados y en doctorados. Hoy tenemos 220 investigadores activos que participan en proyectos o postulando a fondos externos. Tenemos 10 programas de doctorados, con tres o cuatro de ellos claramente transdisciplinarios, es decir, asociados a problemas. Se acaba de aprobar uno de salud ecosistémica y otro de modelamiento matemático. Y así varios otros. Ese crecimiento hoy tiene que ser consolidado, porque se ha dado muy fuerte en áreas como la biotecnología y biomedicina, pero hay otras -ciencias sociales y humanidades- que necesitan ser reforzadas y apoyadas. No estoy diciendo que todas tengan que tener el mismo desarrollo, porque eso no se da en ninguna parte. Pero sí que tengamos un crecimiento equilibrado”.
¿Qué énfasis es clave en materia de formación?
“Queremos apoyar mucho la internacionalización. Tanto de pregrado, porque el proceso formativo mejora una barbaridad cuando los muchachos tienen la oportunidad de acceder a otras realidades o bien cuando tenemos aquí a estudiantes de otros países. Y también impulsar la internacionalización a nivel académico en doctorados y en investigación. Es decir, la posibilidad de hacer investigación de punta, altamente calificada, no puede ser sin buenos niveles de redes internacionales. No digo que no exista, pero hay que consolidarlo”.
¿Cómo se inserta la UCM en el proceso de regionalización que ha presentado avances importantes en el último tiempo, especialmente, con la figura de gobernadores y gobernadoras electas?
“Tenemos ya iniciativas que tienen una presencia clara alrededor de los problemas que presenta la región del Maule y que son parte de las estrategias de desarrollo regional. Tenemos toda una línea de investigación en el secano costero, como una de las zonas más rezagadas de la región. Así como programas de investigación en neurociencias que tienen que ver con dinámicas regionales. El desarrollo de la investigación en torno al cáncer gástrico es muy relevante, porque en el Maule está la más alta prevalencia a nivel país. Se suma el Centro de Atención Temprana que tenemos en alianza con la comunidad hispana de nuestra región. Y así varias otras, es decir, tenemos una voluntad de estar al servicio de nuestro entorno”.
¿Cuál es la aspiración de la UCM?
“Queremos ser una universidad compleja, moderna y con un claro sentido de vinculación y de servicio con el entorno”.
¿Y cómo se alcanza esa aspiración? ¿Es difícil “bajar” a los académicos de la “torre de cristal” de la teoría y hacerlos que se conecten con sus territorios?
“Es que hay áreas donde es más factible y otras donde es menos. Es decir, las matemáticas puras o la filosofía probablemente son áreas que se enmarcan en lo que podríamos llamar ciencias puras o ciencias básicas, donde la vinculación es muchas veces con propias redes a nivel global. Pero hay oras áreas, como educación en ciencias agrarias y medicina, donde podemos inducir de mejor forma. No digo que sea simple, pero la UCM tiene más de veinte proyectos en investigación aplicada y que se están desarrollando. No digo que sean plenamente exitosas, aunque algunas sí, como es el cáncer gástrico, donde esperamos concretar un centro oncológico”.
¿Cuál es el perfil de ese proyecto?
“No pretende competir con los centros oncológicos asistenciales, sino que más bien es de prevención, investigación y capacitación a todo el personal de salud. Es decir, hay formas de orientar y conducir esa vinculación”.
¿Los incentivos están bien puestos a impulsar esa vinculación que es todavía más relevante en regiones?
“Se están haciendo esfuerzos para generar líneas de financiamientos especiales que tengan que ver con investigación aplicada. También están los esfuerzos que hace CORFO. A veces son muchas ventanillas que no sé cuán bien dialogarán entre ellas o bien uno espera que dialoguen mejor. Pero nosotros estamos haciendo nuestros propios esfuerzos de poder recoger estos estímulos y líneas de financiamiento. En términos específicos, la vicerrectoría de investigación y postgrados de la UCM tiene una dirección de transferencia tecnológica, donde hay mucho qué hacer, pero también hay trabajo adelantado. Es decir, probablemente la gran meta es ir articulando investigadores que ya tienen desarrollos e investigaciones con un potencial de aplicación. Y tenemos varias patentes que hemos desarrollado en ese sentido. Pero es un ámbito donde tenemos que crecer”.
¿Cómo se define la UCM en este debate sobre la educación pública o privada?
“Nosotros somos una universidad pública no estatal. No siempre se ha entendido así. Lo voy a plantear de otra forma: lo público no se agota en lo estatal. Lo público se genera, tanto desde el Estado como desde la sociedad civil. Y las universidades del G9 somos procedentes de la sociedad civil, incluso en aspectos confesionales, como la nuestra. Y cuando hablo de la sociedad civil no me refiero al mercado. Y las universidades del G9 hemos contribuido a formar este país, es decir, casi el 50% de la producción científica que tiene Chile, se ha generado en este conjunto de universidades”.
¿Y cuál es la aspiración en términos de financiamiento estatal?
“Nos sentimos con un sentido de derecho a poder participar de los fondos públicos en aras del desarrollo del país. Lo que queremos es contribuir al Estado en todo lo que es la implementación de políticas públicas en educación superior. Tampoco somos ingenuos y entendemos que esto no siempre ha sido bien entendido de parte de algunos actores, pero son cuestiones que se han ido superando”.
¿Así lo ha entendido el actual Gobierno con un Presidente que viene de una universidad pública?
“En la reunión que tuvimos como universidades del G9 con el Presidente Boric percibí que él entendía estos argumentos. Y los entendía bien”.
¿Pero se nota que esa comprensión de quien dirige el Gobierno se traspasa a las decisiones concretas en materia de financiamiento para universidades como la UCM?
“Yo diría que hemos logrado mantener el acceso a los recursos basales, que son los importantes que permiten financiar la investigación y el posgrado. Y aspiramos a tener más aportes, en ese sentido, obviamente, con responsabilidad y de rendición de cuentas”.
¿Qué definición le piden al Estado en materia de educación superior?
“Yo creo que el Estado tiene todo el derecho de fortalecer sus universidades y que sean mejores cada vez, eso no es el punto. Lo que pretendemos es que entienda que nosotros también estamos contribuyendo al desarrollo del país, desde una mirada de bien público. Entiendo que eso no siempre es comprendido cabalmente por todos los actores, pero eso es un trabajo donde tenemos que insistir y persuadir. Y la mejor forma es hacer ver que somos universidades de calidad, con estándares altos y un promedio de acreditación de seis años. Porque eso no lo reflejan las universidades de otro tipo. Es decir, estamos formando buenos profesionales, con estándares de calidad, produciendo investigación y formando capital humano avanzado para lo que requiere el país”.
¿Qué rol tendrán universidades como la UCM en el nuevo proceso constituyente?
“Ojalá que el nuevo proceso salga bien y estamos dispuestos a contribuir. Sabemos que estamos requeridos para poder conducir y canalizar estos procesos de participación ciudadana. Es un mecanismo que está en construcción todavía, pero ya se está definiendo. Probablemente tendremos que coordinarnos para ver cuáles son las demandas y requerimientos en la región del Maule. Lo más sano es que nos coordinemos con la Universidad de Talca para ver qué hacemos en conjunto”.
¿Qué piensa sobre que se priorizó solo a dos universidades?
“Probablemente al comienzo se planteó un poco centralizado, es decir, con la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica formaron una secretaría ejecutiva donde no nos sentíamos muy claros en cuáles eran las demandas. Al comienzo hubo un poco de pauteo. Se hizo ver y se entendió que tenía que haber más diálogo”.
¿Cómo interpreta esas primeras definiciones?
“Hay un tema de centralismo consuetudinario que tenemos. No quiero dejar de decir que, si se miran las comisiones de expertos y de admisibilidad del nuevo proceso constituyente, el 95% es de personas radicadas en Santiago. Y ocurre que en regiones vivimos el 65% de país y producimos el 50% del conocimiento científico y tenemos el 60% de los académicos. Entonces, cómo no vamos a tener gente calificada para participar en estas instancias. Pero es lo que hay, es lo que existe y, probablemente, el proceso anterior -que está claramente superado- intentó rescatar las dinámicas territoriales. Que no resultó es otra cosa, pero quizás ahora nos estamos yendo al otro extremo, muy centralizados. Aparentemente puede ser más ordenado, pero hay que preocuparse de la representatividad”.
¿Qué les dice a los padres de estudiantes que ingresan o egresan de la UCM?
“Creo que las universidades somos de las pocas instituciones que seguimos temiendo una alta credibilidad. Y tenemos que dar fe de esa credibilidad. Las universidades tenemos la oportunidad de constituirnos en un ámbito de sentido para los estudiantes. Cuando hablo de ello, me refiero a que podamos y aprendamos a trascender nuestras individualidades, con legítimas identidades, para poder pensar en un sentido colectivo y de servicio público. Creo que estamos viviendo en una sociedad muy impaciente, que todo lo quiere ahora y de inmediato. Y las universidades tenemos que aprender a convertirnos y profundizar ese ámbito de sentido que muchas veces espera la sociedad”.