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REFLEXIÓN SOBRE LAS RELACIONES HUMANAS por Franco Caballero Vásquez

Con estos “tiempos violentos” se torna muy atractivo poder hablar acerca de las relaciones sociales. Pensar en ellas, en cómo nos relacionamos con los demás, con nuestros antagonistas, o con quienes representan al otro que no soy yo. Con atender este asunto no se pretende entregar supuestas soluciones, porque es difícil establecer una problemática respecto a cómo nos relacionamos entre nosotros, por tanto, es solo una hipótesis. Además, tiene mucha cabida el retorno a la presencialidad tras largo tiempo en casa. Aunque aquello pueda significar que tuvimos que aprender nuevamente, a relacionarnos con los demás. Incluso podríamos elucubrar aún más allá y decir: Quizás estamos recién aprendiendo a relacionarnos. Pero aconsejado por el filósofo y biólogo chileno Francisco Varela, en este caso es preferible dejar las preguntas abiertas para dejarlas reposar, aunque sea inevitable no poder decir algunas cosas:

Podemos aprender a colocar a las relaciones y la comunicación con el otro, como eje primordial de las atenciones sociales (abordadas desde la Educación), para cultivar armonías en la sociedad. Aunque en el fondo la problemática de la habilidad comunicativa está determinada en el cómo me siento, o en cómo me hace sentir la otra persona. Por tanto, se concretiza el aspecto relacional como un factor importante a atender en la medida en que las relaciones humanas son interacciones actitudinales.

Cabe mencionar que el fenómeno de intentar entenderse, a niveles de sociedad, podría haber ocurrido antes, puede que en muchos momentos de la Historia hayan ocurrido; podría ser que sucede de vez en cuando, pero cada una en su propio tiempo, y hoy con todos nuestros bemoles de la actualidad, lo estamos sobrellevando de esta forma. Alguien podría fundamentar muy bien el que no esté mal ponerle un puño a otro, con el argumento de que tengamos que aprender a friccionar para derribar los obstáculos que nos separan o lo que sea, pero bueno, el problema es que no podemos andar tolerando los descontroles de los demás, cada uno debe hacerse responsable de su personalidad. Puede que eso sea un ideal. Queda abierta la reflexión.

Es preciso considerar que quizás los tiempos no están “violentos”, y se han presentado así al colocar una atención colectiva que “alumbra” un fenómeno y lo pone en la palestra, pero aún vale, más que la pena, desarrollar la Educación Emocional en la nación para subsanar cualquier defecto de nuestras interacciones. Aprender las conceptualizaciones del valor de la autonomía, desarrollando no solo la Autoestima, que cultiva la emoción acerca de mi persona, sino también el Autoconcepto que permite en las personas una responsabilidad para con sus acciones y conducciones personales, gracias a que cultiva el conocimiento de sí mismo. Una buena forma de relación social, radica en la capacidad de conciencia que tengo del otro. Por tanto, surge la habilidad de verle, de escucharle, para prestarle atención, antes que desconcentrarnos con nuestra narrativa mental.

Incluso, independiente los tiempos que sean, podríamos pensar en la posibilidad de hacer emerger a la Psicagogía, definida en el diccionario como el arte de conducir y educar el alma. Hasta una carrera podría existir, y en las escuelas podría tenerse un/a psicagogo/a para cultivar algo más que las mentes y las emociones, formando una integralidad en los estudiantes ¿No va el alma acaso, más allá de la mente y la razón? ¿Será correcto pensar que el alma es la conciencia, la intuición? Lúdicamente pienso: El Oriente fue para el cuerpo, Europa para la mente y Latinoamérica ¿podrá ser para la intuición?

Hasta el momento si lo fuese, habría que demostrarlo, pero bueno ya sabemos que la única certeza es la Historia. Por tanto, no nos queda más que actuar, que buscar las formas, encarnar el lema del brasileño Vinicius de Moraes: “la vida es el Arte del encuentro” para que nos tratemos directamente, sin tanto recelo, sin tanto temor, sin tanto rencor. La filosofía del yoga entrega un buen concepto al plantear que las maneras con las que tratamos a los demás, reflejan las formas en como nos tratamos a nosotros mismos (Yogi Bhajan). Más allá de la fuente, podemos experimentar dicha idea, y si podemos comprobar estas palabras nos harán sentido.
Por otra parte, desde la filosofía política, podremos asumir la idea de encontrarse en la diferencia, de opiniones u otra cosa (Jacques Rancière). Lo importante es atender el encuentro, reflexionar sobre ello, y enfatizar en las relaciones sociales, para que podamos transformar los momentos de la relación humana, en momentos creativos, donde se construya la realidad.

Ser consciente de la otra persona, de mi antagonista, permitiría un mayor cuidado de nuestra relación con los demás. La fuente de todos los males de la sociedad es la incapacidad para las relaciones humanas dijo otro pensador chileno (La agonía del patriarcado, Claudio Naranjo). Lo fome de esto es que en el fondo lo que refleja el conflicto de la relación humana, para el mismo Naranjo, es la limitada capacidad de amar. Por eso amar es más importante que pensar. “El diálogo es una práctica espiritual” David Bonh. Si nos buscamos, nos encontraremos. El ejercicio colectivo y el sentido del equipo parece adquirir ahora una importancia vital como ejercicio pedagógico.

Franco Caballero Vásquez 

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