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Ronnie González: ser armero en tiempos violentos

Cotizado armero de Talca lamenta el desprestigio en que ha caído el rubro, a propósito de los mediáticos hechos policiales que a diario se toman la agenda. Enfatiza que el foco no debe ponerse en las armas legalmente inscritas, sino en la delincuencia y en aplicar sanciones más ejemplificadoras (Texto y fotografías: Rodrigo Contreras Vergara)

La mayoría de los rifles que le llevan a Ronnie González para su mantención son de aire comprimido, como el de la imagen, un PCP modelo P-10.

Ronnie vuelve con una pistola en la mano. Explica que se trata de una Glock.40. Un arma de moda y apetecida. Su precio debe andar por los 900 mil pesos. Casi sin detenerse comienza a desarmarla. Remueve el cargador y muestra que ha sacado todas las balas. Escucho el sonido típico que uno aprende en las películas. Lo hace parecer fácil. Dice, mostrando el cargador sobre la mesa, que retrocedí unos pasos. No me di cuenta. Tal vez sí me asusté. Me la pasa. La empuño y no siento su peso. Es liviana. Supongo que con el cargador debe sentirse un poco, solo un poco, más pesada. Parece inofensiva.

Un cliente entra a la armería y le muestra una mira telescópica que había comprado hace poco para su rifle Benjamin de aire comprimido. Dice que algo le pasa, que no funciona. Ronnie le da un vistazo, mueve algunas piezas y señala que tal vez se rompió el seguro. Hay que ver qué se puede hacer, tiene que dejarla. La persona acepta. Entrega sus datos. Es de San Clemente. Para las armas de aire comprimido no se requieren permisos ni trámites. Sí para las de fuego, las reales, las que matan. El cliente tiene una escopeta con sus papeles -asegura- rigurosamente al día. Pero ya ni la usa, a qué le va a disparar, ya no hay qué cazar.

No es tan así la cosa, piensa Ronnie. De hecho, el fin de semana estuvo cazando. Pero tiene que ser respetando la Ley de Caza. No se puede matar cualquier animal. Hay cuotas, hay zonas, se deben sacar permisos…Y no es solo cuestión de puntería. Es el recorrido, el compañerismo y la buena mesa, más allá de la mala prensa y los animalistas que reducen conceptos. Porque, acota, la caza es parte de la identidad del campo chileno. El cabro chico parte con la honda, sigue con el rifle a postón y, ya adulto, apunta con la escopeta. El fin de semana salir con el perro a “conejear”. Y en la semana comerse un conejo al jugo. Pucha, eso es parte de la cultura del campo chileno, enfatiza Ronnie.

Aunque nació en Santiago, Ronnie González tiene raíces campesinas. Cuando tenía dos años la familia volvió a Curepto y ahí empezó a familizarizarse con la caza. Estudió ingeniería en administración agroindustrial, pero siempre le llamó la atención la mecánica de las armas. Trabajó en su profesión. Incluso probó un tiempo en Santiago. Pero no hubo caso. La capital es un animal a prueba de balas. Optó por dedicarse al comercio de armas y municiones, y se radicó en Talca.

La tradición de la caza se mantiene. Aunque algunas cosas han cambiado. Mucha culpa tiene Walt Disney, argumenta Ronnie, con eso de humanizar a los animales. Y, claro, la irrupción de la delincuencia como fenómeno social, en un mundo hiperconectado y digitalizado. Entonces, las alarmas se encienden entre portonazos, homicidios y robos. Solo un paso para demonizar a las armas.

Hay varios tipos, instruye el armero. Las de defensa, “de puño”, revólveres y pistolas. De caza, escopetas y rifles para caza menor y mayor. El jabalí, por ejemplo, es considerado como caza mayor. Todo fiscalizado por el SAG. Y están las armas para uso deportivo y de colección. Conoce a varias personas que coleccionan por un sentido emocional. Se encariñan con una escopeta que usaron su abuelo y su padre.

Buena parte de las armas que le llegan para mantención son de aire comprimido, rifles y pistolas. A ojo inexperto un rifle a postón, de “alta gama”, podría pasar por uno de munición a balas. Más aún si usa una mira telescópica profesional. Con un rifle a postón se puede perfectamente cazar un conejo.

COSA DE SEGURIDAD

Pero una cosa es la caza y otra la seguridad personal. Desde hace unos tres años, señala Ronnie González, ha notado un aumento en el interés de las personas por adquirir armas para defensa personal, muchos, la mayoría quizás, dueños de negocios. Pero también gente que vive alejada del resguardo policial. En este tema Ronnie tiene una opinión muy clara. Reconoce que la situación de seguridad es compleja, sin embargo, cree que el foco no debe ponerse en la tenencia legal de las armas. “El problema es la delincuencia, la puerta giratoria…debemos tener una ley más estricta y ejemplificadora, aumentar las penas…”. Es falso, asegura, que la mayoría de las armas en poder de los delincuentes provengan de robos a propietarios que las tenían inscritas legalmente. La irrupción del narcotráfico, acota, tiene mucho que ver con el incremento en la internación ilegal de armas y su posterior uso en hechos delictivos.

Actualmente, argumenta, la seguridad es tan necesaria como tener agua, luz…”Una persona puede dormir más tranquila si tiene un arma en la casa…es como tener un extintor…y no con la intención de matar a nadie, sino para amedrentar con un disparo al suelo o al aire”. Y la pistola o revólver debe estar en una caja de seguridad, nada de econderla debajo de la almohada.

Además, no es nada de fácil adquirir un arma. Está todo normado. Quien quiera comprar una debe tener voluntad de destinar tiempo y dinero. “No es algo que pueda hacer cualquiera, hay que tener preparación sicológica, recursos económicos, conocimiento teórico…incluso se va a pedir un curso práctico…”.

Sume. Los precios de un arma parten aproximadamente en los 500 mil pesos. La consulta con el siquiatra está entre los 60 y 70 mil. La inscripción sale 46 mil. El permiso de transporte 34 mil. El permiso de caza 18 mil. Y agregue el costo de las municiones. Además de los trámites, de pedir hora, de los controles y fiscalizaciones de Carabineros.

Otro cliente hace consultas por su rifle a postón que tiene algunos problemas. Le gustaría adquirir un arma de caza, una escopeta tal vez. El armero le entrega un par de datos, solo unos pocos porque de otro modo podría estar todo el día explicándole los trámites. Llega otro cliente con un rifle de aire comprimido. Lo deja para que Ronnie le haga una mantención. Los lunes son bastante ajetreados. El fin de semana, por lo general, las personas salen a cazar o hacen puntería y se dan cuenta de algunos detalles de sus armas.

Quienes tienen armas legalmente inscritas en sus hogares quieren vivir tranquilas, dice Ronnie, tener “algo a lo que echar mano en caso extremo…pero en realidad no queremos usarlas”.

Para tener un rifle a postón no se requiere de un peremiso espcial.
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