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SARAMPIÓN EN CHILE: UNA ALERTA QUE NO PODEMOS IGNORAR por María Isabel Benavides y Marcela Sirguiado

En los últimos meses, Chile ha reforzado su estrategia de vacunación contra el sarampión. Esta medida, lejos de ser exagerada, es una respuesta responsable y necesaria ante el riesgo real de reintroducción del virus en nuestro país, debido a brotes recientes en el extranjero y a brechas en la inmunización nacional. Hoy más que nunca, debemos comprender que la vacunación no es un acto individual: es una acción colectiva con impacto en la Salud Pública.

Aunque muchos piensan que el sarampión es una enfermedad superada, su alto nivel de contagiosidad y la posibilidad de provocar complicaciones graves como neumonía, encefalitis e incluso la muerte, nos recuerdan que no debemos bajar la guardia. La vacuna SRP (sarampión, rubéola y paperas) ha demostrado ser segura y efectiva, pero su eficacia depende de una correcta administración y cobertura.

Una recomendación clave en esta campaña es la dirigida a las personas nacidas en Chile entre 1971 y 1981. Durante ese periodo, hubo problemas con la calidad de algunos lotes de la vacuna SRP, lo que significa que muchas personas podrían no haber desarrollado inmunidad completa, por lo que las personas nacidas en esos años y que no poseen registro de haber recibido dos dosis de la vacuna después de los 12 meses de edad, deben vacunarse.

El llamado también se extiende a quienes viajen al extranjero, especialmente a países con brotes activos de sarampión. En estos casos, contar con el esquema de vacunación completo es fundamental para evitar contagios y prevenir la entrada del virus a nuestro territorio.  Se puede acceder a ella en los centros de salud de atención primaria (CESFAM) y en los vacunatorios privados en convenio con los servicios de salud.

Es importante estar siempre bien informado por una fuente debidamente validada, revisar el carné de vacunación o consultar directamente en el centro de salud más cercano al domicilio, pues, muchas personas de la generación antes mencionada, no tienen registro completo, y en salud pública, la certeza es más importante que la suposición.

Chile tiene un sistema de salud preparado y una red de vacunación sólida. Pero la mejor estrategia solo es efectiva si se acompaña de conciencia social. Negarse a vacunar o postergarlo por desconocimiento o indiferencia puede poner en riesgo no solo a quien decide, sino también a quienes no pueden protegerse por sí mismos.

Vacunarse es un acto de responsabilidad, de cuidado por uno mismo y por los demás. Hoy más que nunca, en un mundo globalizado y expuesto a múltiples amenazas sanitarias, recordemos que la prevención sigue siendo nuestra mejor herramienta.

Mg. María Isabel Benavides Roca

Mg. Marcela Sirguiado Davis

Docentes Carrera de Enfermería

Universidad Autónoma de Chile

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