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Septiembre, justicia y memoria

El pasado sábado 11 de septiembre se conmemoró un nuevo aniversario del golpe cívico militar que cambiaría para siempre la identidad cultural, social y política de Chile. Durante ese fin de semana se exhibió además por primera vez en televisión abierta el documental “La Batalla de Chile” del cineasta Patricio Guzmán. Hasta hoy, el registro más completo del último año de gobierno del presidente Salvador Allende.

El filme, mostraba con impecable claridad y una destreza y delicadeza increíble, la organización de la clase trabajadora, sus convicciones, la certeza de sus acciones y sus proyecciones a futuro de una sociedad justa, solidaria y, por sobre, todo comunitaria.

Pero el documental no mostraba, pues no era parte de su objeto, los días que acontecieron posterior al golpe de Estado: la violencia militar, las ejecuciones, las torturas, las desapariciones y las innumerables vejaciones que sufrieron casi 30.000 chilenos/as en el período de 17 años que comprendió la dictadura cívico-militar.

Yo me detuve el domingo 12 en la manifestación que realizaran las compañeras de los colectivos Memorias de Rebeldía Feminista y Mujeres Sobrevivientes Siempre Resistentes, sobrevivientes del ex centro de detención y tortura “Venda Sexy”, ubicado en la Calle Irán #3037 en Santiago. Allí, las mujeres instalaron un letreto que visibilizaba la violencia sexual que sufrieron quienes ahí estuvieron detenidos/as, esto dado la desidia del Estado de Chile de tomar posesión de la casa, la que pese a ser declarada oficialmente como sitio de memoria, aún se encuentra en manos de privados. El letrero fue arrebatado del espacio en menos de 24 horas…

Hay quienes dicen que es necesario dar vuelta la página y avanzar hacia el futuro. Pero yo creo no. Lo que debemos hacer es leer el libro completo, y no sólo ese libro, sino todos los libros que nos hagan comprender lo que realmente vivimos como sociedad y los horrores que pasaron quienes fueron víctimas de la violencia del Estado; tanto aquellas que sobrevivieron a la tortura, como aquellas personas que murieron y quienes aún se encuentran desaparecidas.

Los pactos de silencio, y el secreto de 50 años de los Archivos de la Comisión Nacional de Prisión Política y Tortura Valech, en nada contribuyen a la verdad, la justicia y el compromiso de no reparación.

Por eso, las sobrevivientes de Venda Sexy y los colectivos de resistencia al olvido se han convocado en dicho espacio innumerables veces, en estos últimos años, para colocar placas, memoriales y letreros que mantengan vigente la historia de horror, impunidad y silencio que rodea la violencia política sexual que se ejerció contra las mujeres y los cuerpos feminizados, en este centro.

Este año, al cumplirse 48 del derrocamiento de un gobierno democrático, elegido popularmente por la ciudadanía – y que preparaba un plebiscito para que esa misma ciudadanía decidiera si continuaba o daba un paso al costado- me quedé con una sensación diferente a la de otros años. El documental de Guzmán pareció estremecer miles de cuerpos, conciencias y espíritus que hasta ahora se habían dejado llevar por el olvido, la cotidianeidad y esa sensación extraña de “normalidad” amnésica. Este año, siento que al menos volvimos a hablar de un tema que siempre debió estar en la almohada y en la mesa. Este año, aprendimos todos/as, a regañadientes, una versión que no puede sernos indiferente. Este septiembre pandémico, con memoria y con convención constitucional, me devolvió la esperanza de un Chile más digno. Y así como antes muchos admiraron al “compañero” presidente, yo reitero mi solidaridad y sororidad con Elisa Loncon, mi lamngen presidenta y su largo y complejo camino en la redacción de un Chile con memoria, verdad y justicia.

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