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SER EQUIPO por Ciudadano Kein

Me gustaría decir que fue un éxito. Pero no, lo que en el papel parecía invencible solo fue una ilusión, un despropósito disfrazado de buenas intenciones. Nadie cuestionó que el flaco Donoso, alto como un álamo, se pusiera los guantes. Todos estuvieron de acuerdo en que el guatón Arancibia, corpulento y con cara de perro, jugara de defensa, y que el chico Mauricio marcara al 10 del equipo rival. Los goles los haríamos el moto Silvera y yo. Eso era todo. Simple.

Era la última pichanga antes de salir de vacaciones con nuestras familias. El flaco Donoso se iba los dos meses a Arica. El guatón Arancibia no sabía si se iría a Calama o Tocopilla, todo dependía de quién ganaba el gallito entre su mamá, calameña, y su papá, tocopillano. Santiago no entusiasmaba para nada al chico Mauricio, por eso en ese último partido estrenó unas zapatillas Adidas blancas con franjas negras que su mamá le regaló para sacarle pica a los primos capitalinos. Ese año Silvera me invitó a ir con su familia, donde destacaba especialmente su hermana Cristina, a Hornitos. La papás de Silvera tenían una casa en la playa y una camioneta cuatro por cuatro. Yo no conocía Hornitos, pero sí la camioneta, ya que varias veces su papá me llevó al colegio.

Silvera era el crack del equipo. Jugaba en las inferiores del CDA, y lo único que teníamos que hacer para ganar un partido era pasarle la pelota. Yo no era mejor que Barriga, pero mi amistad con Silvera me había asegurado la camiseta de titular. Así y todo, pasaba piola, corría y marcaba creyéndome una mezcla rara entre el ligua Puebla y el pindinga Muñoz.

Pero en ese último partido nada resultó como estaba previsto. El otro equipo marcó al hueso a Silvera, y el resto no pudo hacer nada. Lo más lógico era que entrara Barriga, pero nadie quiso salir. Yo me hice el tonto. Cuando ya perdíamos 3-0 sentía que hasta Silvera me miraba raro, no me pasaba la pelota y me puteaba cada vez que podía. Perdimos y todos me culparon. No conocí Hornitos y a la vuelta de vacaciones, por unanimidad, fui relegado a la banca.

No es fácil armar un equipo.

Ciudadano Kein

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