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Sergio Belmar: “Los sueños son para cumplirlos”

Ya no es lo mismo pasar por el circuito bancario de Talca, donde sobran las filas y falta alegría. La sensación que parecía no tener sentido, hasta que escuché una voz particular, un poco lejana, pero a medida que me acerqué a la esquina del local Gales, en 1 Sur con 2 Oriente, todo se aclaró. Era alguien que ofrecía adhesivos para los regalos de Navidad a quienes pasaban por ese lugar.

Esa voz la recordaba, pero con melodías, acompañada de percusión y, sobre todo, expresando felicidad a través de la música. Pudo más mi curiosidad y le pregunté: ¿Don Sergio Belmar…? ¿Dónde dejó su caja (redoblante o tambor) que lo ha acompañado durante años para alegrar el día de los talquinos?
Este músico talquino es una más de las víctimas del daño colateral provocado por la pandemia, obligado a cambiar el rumbo de su actividad cotidiana, para dedicarse al comercio informal. Sin embargo, no abandona su pasión por la música que lo abrazó hace algunas décadas.

Recuerda que no poder ver le permitió centrarse en sus otros sentidos. Así fue como desde que era muy pequeño, la música se convirtió en su compañera de vida, porque lo ha visto tocar el cielo y en momentos no tan afortunados, pero siempre fiel.

Junto a sus inseparables amigos, como José José, Roberto Carlos, José Luis Perales, Julio Iglesias y tantos otros que formaron parte de los éxitos en las décadas del 60 y 70, Sergio Belmar no dejó de soñar en llegar a ser parte del espectáculo musical.

Al cumplir ocho años, su madre le regaló un acordeón que aprendió a tocar, pero nunca logró apreciarlo. Fue en ese momento que Sergio encontró su pasión: la percusión se apoderó de él y lo hizo al visitar a un primo, a quien le habían regalado una media batería que, al poco tiempo, pasaría a ser de su propiedad.

Su talento con las baquetas lo llevó a formar parte de distintas agrupaciones musicales de la región, con las que se presentó en prestigiosos escenarios del Maule, recogiendo experiencias, aplausos y dinero, lo que terminó por confirmar que su vida está ligada a la música.

Sergio reconoce que la música nunca le ha brindado una estabilidad económica, pero que no la dejará por nada, porque junto a ella, ha conocido la felicidad, que se complementa con su placer culpable de acompañar a Rangers a todos lados. Al igual que la música, debió postergar su presencia en la barra rojinegra debido al Covid-19, pero espera que pronto pueda regresar a sentir la emoción de gritar un gol en el tablón.

“Un día soñé con estar en esa pequeña cajita que me enseñó a escuchar música, los grandes éxitos de la década del ‘60 y también del ’70, y que hoy muy pocos recuerdan”, dijo. Fue solo el preámbulo para contar que hace ya cinco años es parte del mundo de la música por partida doble.

“Los sueños son para cumplirlos, mi amigo. Y gracias a Víctor Díaz González cumplí el mío, porque él me abrió las puertas de Radio Lautaro y Pilar González Aguilera las ha mantenido así, ahora que Víctor no está en la radio”, agradece Sergio, quien todos los sábados recuerda su vida de escenario y entretención a través de “La Gran Fiesta Bailable” (de 21.00 a 02.00 horas).

Mientras que el domingo nos vuelve a sorprender con su conocimiento musical en “Volvamos al pasado”, donde tiene la facilidad de encontrarse con los clásicos de Carlos Gardel, Fernando Trujillo y Raúl Moreno, entre otros, logrando entretener a un público exigente que comienza en casa con Karen, Viviana, Maximiliano y Sofía, la familia de Sergio.

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