Oseas, uno de los profetas menores, refiere que Dios recriminó al pueblo de Israel, diciéndoles: “Porque sembraron vientos, torbellino segarán; no tendrán mies, ni su espiga hará harina”, por su parte el refranero español concibe este refrán como una advertencia: “que todas nuestras acciones en la vida generan consecuencias”.
Agreguemos que las palabras ofensivas, injustas e irreflexivas que se dijeron contra carabineros, son las tempestades que hoy se cosechan.
Es cierto que aquellos dichos fueron expresados por jóvenes dirigentes políticos, en momentos de exacerbación, lo que no constituye eximente ni atenuante, todas vez que fueron propalados por dirigentes instruidos, que han tenido el privilegio de estudiar y doctorarse donde la mayoría del país no llega; que han leído a Platón, a Aristóteles, a los filósofos contemporáneos; expresadas por dirigentes que se preparaban para gobernar sin sopesar que existiendo la posibilidad de asumir cargos de gobierno, debían preocuparse de sus actuaciones y de lo que decían, ya que con el devenir del tiempo, esas palabras podían volverse tempestad en sus caras.
Leyendo un trabajo sobre el presidente Charles de Gaulle, se dice que los dirigentes políticos, deben conocer “la ambivalencia” que existe “entre la aspiración a la unanimidad nacional y la obligación de ser el Jefe de una fracción enfrentada a otra”, conocimiento clave para para definir quienes tienen “talla de hombre de Estado”, agrego mujer de Estado, haciendo extensiva la cita a todos los que integran un gobierno; ambivalencia que no conocen los políticos comunes.
No resulta audible que personas con aquella preparación no supieran que las fuerzas policiales están obligadas a acatar las órdenes de la autoridad, a cumplirlas sin cuestionarlas, de tal modo que cuando ellos accedieran al gobierno, esas mismas policías cumplirían sus propias órdenes.
No me cabe duda que los integrantes del gobierno, algunos y algunas que han estudiado en universidades inglesas, han leído a Paul Johnson cuando analiza a Churchill, destacando del primer ministro inglés, no haber tenido “odio ni mezquindad”, acotando: “desperdició una cantidad extraordinariamente pequeña de su tiempo y energía emocional en las mezquindades cotidianas: recriminaciones (…) guardar rencores…”, agregando que entre las características del buen gobernante deben estar “La ausencia de (…) vileza, de odio” y que Churchill “poseía un manejo excepcional del lenguaje”, cosa que acá evidentemente la dirigencia no manejó”.
El mismo historiador inglés, refiriéndose a la reina Isabel I de Inglaterra, destaca su “total independencia mental, que se logra por medio de la capacidad pensar por uno mismo, tratando a las opiniones generalizadas con mucho escepticismo”, aduciendo que “ El actuar de manera consistente y resoluta basado en esa independencia mental (… la hizo) ignorar o rechazar todo los que los medios arrojan a uno, siempre que uno este convencido de hacer lo correcto (…)Y tener valor en todo momento, sin importar las consecuencias que se sufran por esa independencia mental. No hay sustitutos de ese valor, la más noble de las cualidades y sin la que no habría héroes.”.
Sin embargo, debemos reconocer que cuando se propalaban esos decires nada se dijo y legítimo es preguntarse: ¿dónde estaban los políticos expertos, con años de profesionalizar el arte de gobernar, que no cuestionaron la procacidad de lo que se decía, ni detuvieron la siembra de vientos?, callaron, sumándose recién ahora a las críticas.
En todo caso nada se pierde en el devenir de la historia patria; esto debe servirnos de experiencia, para que una vez por todas, dejemos de mirar a las fuerzas armadas y de orden como enemigos, son parte de nuestra institucionalidad, van a acompañar al o la gobernante que se elija democráticamente, cumpliendo las órdenes que se les imparta para cumplir el mandato constitucional y legal que les corresponde. Siempre estamos pretendiendo ser como los europeos, pero mirémoslos como un todo, ¿creen que se habría logrado la unión de Europa, si Francia y Alemania no tuvieran la grandeza de olvidar el pasado?
Cuando en nuestros campos los agricultores dan inicio a la siembra, lo hacen con cuidado, con dedicación, con prolijidad, para que al llegar el tiempo de cosecha, encuentren espigas de trigo que se elevan al cielo y el maíz embelleciendo los campos, resultando oportuno recordar otro refrán: “El que bien siembra, bien cosecha”.
Rodrigo Biel Melgarejo
Abogado y profesor universitario