Comienza el tiempo familiar, el descanso de la misa, el reposo del hábito anual, cerramos el año, el ciclo 2024. Época de verano, cada uno retorna a sus núcleos afectivos colgando en el perchero el abrigo rutinario. Rodeado de la belleza del sol y de todo cuanto su nutrición nos brinda, hacen del verano una época rica en familiaridad, encuentro, amistad, descanso, diversión, creatividad, inspiración en lo cotidiano. En dimensión, el verano es el sábado del año, noviembre es viernes, repleto de ceremonias, titulaciones, cierres de cuentas y finanzas.
Inicia el espíritu familiar, el encuentro y el desencuentro en las tolerancias, grandes hazañas personales que descontrolan las emociones, que son parte de nuestro salvajismo y que sabemos cuanto trabajo significa hacer espaldas podando los pastos de nuestras vísceras. Las relaciones sociales se complejizan cuando cargan muros estampados de historia, y la comunicación efectiva: escuchar y hablar, se torna fundamental. Benditas aquellas relaciones sociales que no requieren de esta necesidad para llevar un contento mutuo acerca de la relación. Benditas las buenas conversaciones.
Cerrar un ciclo, terminar un año, iniciar otro, ha permitido el tejido de la historia; el año en sí como núcleo del tiempo ha permitido la ontología, la organización de las vidas. Notoriamente advertible en la referencia de edad de cada uno según la cantidad de años. El año es vacío, como el átomo, es parte de nuestra forma de medir el tiempo, pero es solo una sustancia nominal. Pensar en los años, nos sitúa en tiempos de comprensión contextual como cuando hablamos de los 60´o de los 80´, o de los 90´que están de moda ahora y más aún en navidad, porque si algo dejaron los 90´fue la glorificación estética de la belleza de la navidad. Las películas y la Coca cola, la década de los regalos de navidad con Chile ranqueando siempre primero en ser el mayor comprador de regalos en esta época, todavía lo somos, pero es que nos gusta regalar también, nos gusta sorprender.
Los malls chinos son como bombas de racimo, se multiplican. El centro comercial está colmado de pocos productos, es decir, es una reproducción de las mismas pocas cosas. Al menos eso es lo que comienza a ocurrir cuando un mall puede reducir una gran variedad de productos de la cotidianeidad. Un mall chino, acaso no refleja el sincretismo del estado global actual. La cultura estaría en distinguir un mall, de un mall chino y de un negocio local. Esto no resta valor tampoco a la diversidad y practicidad que otorga China. China no es navidad, ni tampoco le interesa serlo, negocios son negocios, lo cierto es que ya son parte de nuestra cultura.
Cultura es cultura. Me gusta cuando la ciudad tiene un evento masivo como el de la Coca cola con navidad, que por lo demás, trae a un viejito pascuero icónico, adorable (ojalá sea siempre el mismo, o no también), repletaron las calles de muchos de los que somos. A las 23 hrs se apreciaban las caminatas en familias, amigos, la mamá con la hija, en el joven paseando su perrito y con por supuesto, la cinco oriente repleta. Muchas personas por distintas calles de la ciudad volviendo a sus casas, pero también pasando a compartir alguna cosita, un lunes en una noche de pre-verano. Cuando veo las calles así pienso en que ahí hay una salida para la seguridad, para la holgura libre de vivir en la ciudad, habitándola y subiendo su energía social. Pero mantengamos el espíritu.
El solsticio de verano ha comenzado este sábado 21 de diciembre a las 06:29 am, corresponde al día más largo y la noche más corta del año. Solsticio (“sol” “estático”) refiere al cambio de dirección del sol y da la bienvenida al verano e invierno, a diferencia del equinoccio que inicia al otoño y la primavera. El calor a poco comienza a ser protagonista. Comienza Talca en verano, un espacio de recesión y relajo. Vuelve a pronunciarse el astro rey, el primer Dios, el mayor de los secretos: “Los solsticios son solo accidentes en la vida del sol, etapas de un eterno camino, faces de una grande y misteriosa acción”.
Franco Caballero Vásquez
