El siguiente es el discurso pronunciado por el Presidente de la República, Juan Antonio Ríos, en el banquete popular que se le ofreció poco después de mediodía en el Estadio Fiscal de Talca:
“Hace solo dos semanas, en la ciudad de Concepción, tuve la oportunidad de expresar públicamente con cuanta satisfacción tomo contacto con el ambiente saludable de los hombres de provincias, y encuentro en el poderoso aliciente y fuerza renovada para afrontar las tareas delicadas y no siempre gratas de mi cargo.
Hoy, ante este vasto grupo, justamente representativo de otro centro tradicional y selecto de nuestra vida de provincias, no puedo sino reiterar esas expresiones de satisfacción y de optimismo, que solo proporcionan la amistad y la compañía de hombres de sana mentalidad y de voluntad limpia.
Las líneas generales de mi orientación gubernativa y mis consideraciones sobre los problemas fundamentales de la actividad política actual quedaron claramente expresadas en esas palabras pronunciadas recientemente en Concepción. No voy a repetirlas ante vosotros. Quiero, si, en esta oportunidad, entablar aquí una conversación de amigos, promover un cambio de ideas entre hombres llamados a entenderse bien, con la claridad y llaneza con que deben abordarse los problemas de interés común, sobre las circunstancias en que se desenvuelve la vida pública.
Creo en la conveniencia de que el hombre de gobierno tome contacto directo y frecuente con los que viven alejados del ambiente de la capital; que vea con su propia mirada las necesidades generales, que se departa con ellos personalmente sobre los comunes intereses de la región y del país. El cambio de ideas entre hombres a quienes guía una misma inspiración contribuye a esclarecer situaciones y problemas, acerca del conocimiento de la realidad nacional y aunar voluntades para el esfuerzo colectivo. Falsas suspicacias y diferencias artificiales que crecieron al amparo de la distancia, desaparecen en un cordial entendimiento de buena voluntad.
200 AÑOS
Doscientos años de vida sorprenden a la noble ciudad de Talca en el pleno ejercicio de sus actividades. Orgullosa de su progreso cultural, material y cívico, lo exhibe ella como producto exclusivo de la tenacidad e inteligencia de sus hijos. El país entero la considera como una de sus hijas predilectas. Merecido homenaje al pueblo que hace honor a sus tradiciones históricas que se confunden con dos siglos de vida de la nación.
Ayer en Concepción, hoy en Talca, he tenido el íntimo agrado de constatar que nuestros grandes centros regionales continúan desempeñando un rol de primer orden en la obra segura y profunda del progreso de Chile.
Las virtudes de sobriedad y de trabajo, de entereza y dignidad cívicas de nuestros antepasados se mantienen intactas en nuestras ciudades y provincias. Sus organismos representativos desarrollan una labor cada vez más beneficiosa al progreso regional y del país.
He dicho que veo en las provincias, en sus instituciones y en sus hombres, y que espero de ellos la principal fuerza de renovación que nos permite mirar confiados el porvenir de la patria.
Señores: En estos momentos, para vosotros de tan justificado regocijo, como respuesta a vuestra cordial acogida y gentileza, yo saludo a la ciudad de Talca en la persona de vosotros, sus naturales representantes; y como mi mejor homenaje a ella, formulo este voto de íntima comprensión y de afecto; que su vida futura se inspire en su propia tradición, formada por dos siglos de noble y fecunda existencia”.
