La semana que ya termina, post electoral, ha sido febril en entregar información sobre el nuevo periodo presidencial, sus protagonistas y proyecciones. Evidente que los titulares se tomarían esa situación, por lo relevante para el país y su comunidad.
Este contexto noticioso opacó cualquier otra situación nacional (salvo contadas excepciones, como las 31 casas quemadas intencionalmente en el sur). Así pasó inadvertida una información que incluso puede trascender un periodo presidencial.
El año 2022 se intensificará el déficit hídrico del país. En palabras muy simples y claras: tendremos menos agua, de la poca que ya tuvimos en 2021.
Conforme a lo que expresa el Centro de Predicción Climática de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), el fenómeno de La Niña se intensificará en 2022, al menos por el invierno y hasta la primavera del próximo año. Se pronostica es un año con pocas precipitaciones y con un efecto importante en la zona central.
El país ya tiene 146 comunas declaradas en emergencia agrícola, es decir, un 42% del total del país (Chile tiene 346 comunas), ubicadas entre las regiones de Coquimbo y Maule, más algunas de Los Lagos.
El Maule tiene mal pronóstico, pues sus embalses relevantes no presentan buenas noticias, ya que la proporción de agua acumulada respecto de la capacidad máxima. En Colbún es de un 59%, en Laguna Maule es de 29%; por su parte, Digua es el único que tiene datos mejores, con un 76%; y ni hablar de Tutuvén con apenas un 28% (lo anterior a agosto de 2021 según la Dirección General de Aguas).
En resumen, se incrementa el déficit de lluvias, con una proyección al 2050 de en promedio unos 130 milímetros menos que lo poco que ya tenemos.
Los municipios, con una tremenda carga encima, repartiendo agua en aljibes (lo que como una medida ocasional). Pero este fenómeno es evidente que ya no es ocasional, es un tema que llegó para quedarse, por lo que medidas de parche se harán insostenibles al municipio que sea.
Urge, entonces, acciones estructurales efectivas en cualquier tamaño, desde simples métodos de cosecha de agua por grupos familiares, hasta altas inversiones, para hacer disponible del vital elemento, todo lo anterior, de la mano con asimilar una conciencia ética del problema a todo nivel.