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«Un héroe en el corazón de la Alameda de Talca» por Jorge Valderrama

La materialización del Monumento Ecuestre a O’Higgins fue consecuencia de esfuerzos mancomunados entre el Ejército y la civilidad, cuya cristalización y emplazamiento no estuvieron exentos de contratiempos ni vicisitudes desde sus inicios, culminando positivamente en 1959, tras nueve largos años de erogaciones y empréstitos (Jorge Valderrama Gutiérrez)

En 1950 cinco oficiales del Regimiento de Artillería Nº 3 Chorrillos, a la sazón acantonado en Talca, presididos por su comandante, determinó efectuar recaudaciones con la finalidad de levantar un monumento a quien fuera Director Supremo de la nación, y un patriota que tuvo indisolubles conexiones con la ciudad. He aquí un compendio de cómo se gestó aquella lejana odisea administrativa, política e histórica.

CAMPAÑA PARA REUNIR DINERO

Así fue, porque en 1950 el teniente coronel Jorge Armas Cruz, comandante del Regimiento Nº 3 Chorrillos; secundado por el capitán ayudante Fernando Guevara; los tenientes de Sanidad, Tulio Acevedo y Jorge Hinojosa; y el subteniente Héctor Barra, se dieron a la tarea de reunir dinero con el propósito de erigir un monumento al general Bernardo O’Higgins Riquelme, en consideración a sus múltiples vínculos con la urbe en particular y con toda la zona del Maule en general, destacándose que fue bautizado el 20 de enero de 1783 en la iglesia San Agustín con el nombre de Bernardo O’Higgins; que en dicha ciudad juró como General en Jefe del Ejército Restaurador de Chile el año 1813; que participó en el primer hecho de armas del período de la Independencia: la Toma de Linares, el 27 de abril de 1813; que  en dicha ciudad fijó también el estilo y los conceptos que debía tener la Declaración de Independencia, aprobando su texto definitivo el 2 de febrero de 1818; y declarando, proclamando y jurando el Acta de Independencia, junto al pueblo, sus autoridades y el ejército en la Plaza de Armas de esa ciudad, el viernes 12 de febrero de ese año; y que el 19 de marzo de 1818 fue herido en un brazo en la aciaga Sorpresa de Cancha Rayada, penúltimo combate en que participó activamente en la Guerra de Independencia.

Por eso, a mediados de ese año no pudieron ocultar su alegría al contabilizar las primeras donaciones, firmando con legítimo optimismo la correspondiente recepción de dinero, el que era otorgado rudimentaria y casi informalmente, quizás “poco confiable”. De esa manera, transcurrió algún tiempo para que, habiendo finalizado su período como comandante don Jorge Armas y asumido don Rodolfo Otto Müller, nuevamente los habitantes de Talca retomaron aquella iniciativa nacida en el corazón de la oficialidad local (que con posterioridad haría suya el Ejército).

Así, más de dos años después, diario La Mañana de Talca en una de sus páginas destacaba lo siguiente: “Transcurren dos años desde aquella colecta, (que tuvo su) primer contratiempo el 13 de agosto de 1952, con una circular, la primera, en la cual se convocaba a una generosa contribución, a través de los actos programados con el fin de hacer realidad la erección de un Monumento Ecuestre del insigne Padre de la Patria en Talca. Firmaba la circular el teniente coronel y -recién asumido- comandante del Regimiento Chorrillos, Rodolfo Otto Müller”.

CREACIÓN DEL COMITÉ AMPLIO

De esa manera, aquel año se volvieron a implementar colectas internas y públicas consideradas de rigor, en las cuales participó y colaboró toda la ciudadanía. Con el propósito de optimizar la recaudación y canalización de los recursos, el 30 de octubre de ese año se creó un Comité Amplio, presidido por el intendente de la época don Octavio Silva Henríquez; la alcaldesa subrogante, Meyo Solar de Correa; el cuerpo diocesano, encabezado por monseñor Manuel Larraín Errázuriz; el comandante del Regimiento Chorrillos, Otto Müller; el prefecto de Carabineros, Rómulo Guevara; y el inspector de Educación, don Ezequiel de la Fuente.

En ese contexto, la Fundición Artística de Bronce El Progreso, de Santiago, representada por don Andrés Rojas N., comprometió la ejecución de la obra, entregando un presupuesto de un millón 200 mil pesos, el que fue rubricado por el intendente de la provincia, el comandante del Regimiento y el citado representante de la empresa fundidora, como corolario de un compromiso ciudadano ineludible. Así inició su gestión el precedentemente citado Comité Amplio, asumiendo la responsabilidad de impulsar las obras definitivas… pero surgirían nuevos inconvenientes.

De esa manera, el 5 de noviembre de 1952 la Municipalidad de Talca debió enviar al nuevo intendente, don Jorge Aravena Carrasco -recientemente investido de tan alto cargo-la contribución de 200 mil pesos, y el 10 de febrero de 1953 el Comité Amplio, presidido por la nueva autoridad provincial, ordenó la confección de la estatua ecuestre, acordando continuar con una intensa campaña periodística en pro de sus objetivos… además de visitar industrias, casas comerciales e instituciones sociales en busca de recursos. Pues bien, El Progreso terminó y remitió el monumento al Regimiento Chorrillos ese año. Pero, aunque en general la ciudadanía respondió a las expectativas generadas por la oficialidad del Ejército, autoridades y organizaciones sociales de la urbe, fue imposible reunir el total de la suma presupuestada, enorme para la época.

BOCHORNO INCREÍBLE

A partir de esa data se inició un ir y venir de cartas y notas, al igual que una interminable serie de cobranzas emitidas por el fundidor al Comité Amplio, y las respectivas “explicaciones” y coartadas de éste. Cuando ya estaban canceladas las dos primeras cuotas de 300 mil pesos cada una, quedando solamente un saldo de 600 mil pesos para hacer realidad que la efigie del héroe cortara la atmósfera talquina, el fundidor ofreció reintegrar el dinero que había recibido, es decir, 600 mil pesos, con tal de llevarse el monumento que ya se encontraba en los patios de la unidad militar talquina. El bochorno tomó tintes oscuros. Era inconcebible que una ciudad entera no pudiera costear un monumento a uno de los más grandes próceres de Chile. En ese escenario, recién había asumido la Intendencia don Justo Lanejo Arriagada, y la comandancia del Regimiento Chorrillos estaba representada por los tenientes coroneles Antonio Encina de la Torre y Rafael Martínez. Tras muchas peripecias para cubrir lo faltante, intervino el alcalde José Bernardo Mandiola Cruz con una grata propuesta para la causa. Informó al comandante del Regimiento, Iván Sierralta, que se pagaría la deuda total de la siguiente manera: se efectuarían cinco abonos parciales entre mayo de 1953 a mayo de 1955, los que sumarían 717 mil 171 pesos con 23 centavos, a los que se adicionaría un aporte extraordinario que efectuaría la Ilustre Municipalidad local el día 28 de noviembre de 1955, por un monto de 500 mil pesos. En total se cancelaría un exceso de 17 mil 071 pesos con 23 centavos.

Después de tantos sinsabores y enredos, la nota insólita la colocó el general de la República y Primer Mandatario don Carlos Ibáñez del Campo, quien fue el único que vetó el despacho de la Ley 12.123 del 1 de octubre de 1955, que había sido patrocinada por el diputado José Foncea Aedo, y mediante la cual se aprobaba un millón de pesos para terminar de pagar a la fundición la construcción del Monumento Ecuestre (que, como se mencionó, se había terminado y estaba en dependencias del Regimiento Chorrillos). No obstante, el Parlamento no dio el veto y por unanimidad de la Cámara de Diputados y de Senadores procedió a rechazarlo. De esa forma se saldó la deuda que Chile y Talca tenían con el hombre que ha sido considerado Padre de la Patria.

MULTITUDINARIA INAUGURACIÓN

Tras nueve años de intensas campañas, preparativos y trabajos, se fijó la fecha de inauguración para la magnífica estatua: 11:00 horas del sábado 14 de noviembre de 1959, en Alameda con 6 Oriente, lugar en el que se emplazaría (mirando hacia la cordillera, por donde cruzó el Ejército Libertador). Fue confeccionada por don diego Carocca, artista de relieve internacional; teniendo como fundidor a don Santiago Rojas N.; el pedestal -trabajado con la hermosa piedra verde de Rauquén- estuvo a cargo del artista florentino radicado en Talca, Pietro Baldi Manella.

Aquel sábado 14 de noviembre se hicieron presentes el subsecretario del Interior, Jaime Silva; el subsecretario de Agricultura, Ciro Iturriaga; el Comandante en Jefe del Ejército, general Óscar Izurieta Molina; el jefe del Estado Mayor del Ejército, general de división Rodolfo Otto Müller (uno de los iniciadores de la campaña); el gobernador de Mendoza, Ernesto Ueltschi, a quien la Municipalidad de Talca ofreció un banquete en el Club Talca, ocasión en que el regidor Galo Lavín Pradenas le rindió un homenaje; el intendente José Escobar Puccio; el obispo auxiliar de Talca, monseñor Bernardino Piñera; y el alcalde José Bernardo Mandiola, entre otros.

En la oportunidad desfilaron tropas del Regimiento Chorrillos y una batería de la Escuela de Artillería, personal en retiro de las Fuerzas Armadas, el Círculo de Suboficiales en Retiro, la Legión Militar, la Unión de Carabineros en Retiro, representantes de Forcapreca, Reservistas de Chile, Cruz Roja, Defensa Civil, Cuerpo de Bomberos, Escuela Normal, Liceo de Niñas, Escuela Técnica Femenina, Instituto Santa Cruz, Liceo Santa Teresita, Escuelas Primarias de Niñas, Instituto Comercial, Liceo de Hombres, Liceo Blanco Encalada, Seminario San Pelayo, Liceo San Pío X, Liceo Industrial, Escuelas Primarias de Hombres, escuelas particulares, Colegio Santa Ana, sección motorizada y un escuadrón de huasos a caballo a cargo del socio Lesme Romero.

ENFOQUE

Así también, se hizo presente una escuadrilla de aviones del Club Aéreo de Talca, que sobrevolando el sitio dejó caer una ofrenda floral de copihues. Del mismo modo, sobrevoló una escuadrilla de aviones Mentor -a chorro- de la Fuerza Aérea de Chile y aviones de los clubes aéreos de Curicó y Linares.

Hermoso epílogo para la desinteresada campaña que acometieron más de nueve años antes cinco oficiales del regimiento Nº 3 Chorrillos, de Talca, en aras de conmemorar al director Supremo Bernardo O’Higgins Riquelme, perpetuando en la villa que lo vio crecer y corretear como niño, un monumento emblemático que hoy forma parte del paisaje de Alameda, y una postal inolvidable de la ciudad en la que declaró, proclamó y juró la Independencia de Chile.

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