¿Qué hacen los niños y niñas en sala cuna?, ¿a qué van al jardín infantil? Muchos padres, madres y cuidadores se realizan éstas y otras preguntas cuando deben decidir si envían o no a los párvulos a una sala cuna, jardín infantil o a niveles transición en el colegio. En ocasiones prefieren dejarlos en casa, al cuidado de alguna persona, pensando que así estarán mejor cuidados. Sin embargo, tras este tipo de decisiones se evidencia cierto desconocimiento respecto de lo que realmente persigue la educación en los primeros 6 años de vida. El potencial de aprendizaje en estas edades es sorprendente, por ello, si bien el cuidado de los párvulos será esencial, ese será sólo el punto de inicio de su aventura por el camino de los aprendizajes.
Entre los principios que sustentan la educación parvularia, se encuentra la idea de bienestar, considerando que toda persona requiere de ciertas condiciones mínimas para aprender, como satisfacer necesidades básicas, sentirse seguro y querido, poder confiar en su entorno más cercano, así como tener las posibilidades de disfrutar sanamente en la relación con otros. Los cuidados que brinden los adultos, el afecto y los vínculos que puedan establecerse, serán uno de los principales cimientos para confiar en las propias habilidades y dedicarse a experimentar, conocer y aprender.
Otro principio que es imprescindible en el nivel de educación parvularia es el juego, dar valor al goce, a lo lúdico, a la forma de aprender natural de toda persona en los primeros años. Desde juegos de ejercicio o funcionales, juegos simbólicos, juegos solos o con otros, juegos sociodramáticos, de roles, o juegos reglados entre quienes son más grandes. La educación de niños y niñas debe brindar espacios en los que deciden a qué jugar, con quién jugar y cómo avanzar en sus iniciativas. Los educadores de párvulos y todo el equipo educativo son los responsables de generar estos ambientes permitiendo disfrutar de espacios de libertad, siempre con una mirada atenta a sus intereses y necesidades. El juego, como principio, debe estar presente tanto en aula como en otros espacios educativos, va más allá del momento de patio ya que se trata de aprender jugando, lo que es aplicable a todos los ámbitos de experiencias para el aprendizaje.
Otras personas podrán preguntarse, ¿y para qué enviarlos “a jugar”?, ¿qué aprenden jugando? Ante esto, quiero destacar un tercer principio pedagógico, referido a la potenciación, es decir, a cómo debemos ir siempre desafiando a los párvulos a avanzar más allá de lo que hoy ya pueden hacer por sí solos. Los juegos los pueden desafiar naturalmente, en ellos deberán enfrentar problemas, relacionarse con otros, explorar causas y consecuencias, ensayar una y otra vez hasta lograr sus propias metas, pedir ayuda cuando lo requieran o gozar con el resultado del propio esfuerzo. El margen de exigencia lo establecen los mismos niños y niñas, en la medida que se sientan seguros, asimismo, quienes los rodean (en especial los adultos) deben manifestar confianza en ellos y valorar sus pequeños avances, animándoles y tendiendo puentes (mediación) hacia aquello que aún deben aprender. No basta con ser expertos en aquello que ya sabemos hacer, sino que se trata de ir dando pasos tratando de superarse día a día, siempre acompañados de aquellas personas que se transforman en los adultos significativos en el jardín infantil, colegio o sala cuna.
El 22 de noviembre se celebra cada año el día de la educación parvularia y del educador y educadora de párvulos. Se trata de un nivel educativo y profesión que pone en el centro a los niños y niñas como persona, sujetos de derecho, reconociendo en ellos grandes capacidades, que deben ser potenciadas desde los primeros meses de vida, teniendo siempre presentes los principios que la orientan, como el bienestar, el juego y la potenciación, aquí comentados, entre otros.
María Teresa González Muzzio
Directora de Pedagogía en Educación Parvularia con Mención
UCM sede Curicó