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VIAJANDO EN PUNTILLAS por Juan Carlos Pérez de La Maza

El presidente Boric inicia, por estos días, un viaje a Oriente cuyo principal destino será China. No es su primera visita a aquel país, pero sin lugar a dudas, esta es la más importante. El contexto internacional en que se da la visita, las múltiples variables comerciales, geopolíticas y hasta culturales que configuran tal contexto requieren, por separado y en conjunto, un tratamiento tremendamente puntilloso y delicado.

Para nadie es un misterio que el mundo es, cada vez más, bipolar. La antigua hegemonía que ostentó Estados Unidos tras el término de la Guerra Fría, y que le convirtió en la única potencia global, duró poco. Ya a comienzos de este siglo vislumbrábamos que ese unipolarismo sería de corta duración. China emergía con una fuerza imparable en la primera década del siglo XXI y, hoy, a mediados de la tercera, se atreve a mirar de igual a igual y a desafiar al otrora gigante norteamericano. El mundo vive en la actualidad una suerte de Guerra Fría 2.0 Que no será, como la otra, una pugna ideológica en que las dos superpotencias de aquel entonces, Estados Unidos y la Unión Soviética, intentaban convencer al mundo que su respectiva sociedad era mejor, más justa y desarrollada que la otra. Esa vieja pugna entre el capitalismo y el socialismo ya se resolvió. En la actualidad, esta nueva versión de Guerra Fría es mucho más prosaica, pedestre y utilitaria. Los contendientes, hoy Estados Unidos y China, buscan dominar el comercio y la economía mundial. Ya no se trata de ideologías políticas, ni principios morales ni sistemas económicos, sino de compras y ventas. Y, en este ambiente, ser socio comercial preferente de una u otra de las superpotencias es ventajoso. Pero, a la vez, peligroso y arriesgado.

Tradicionalmente los Estados Unidos fueron nuestro principal destinatario exportador, a la vez que desde allí provenía la mayoría de nuestras compras internacionales. El cobre, la fruta y la pesca chilenas viajaban a norteamérica. Mientras, desde allá, llegaban los automóviles, la maquinaria y la tecnología. Un intercambio no siempre equitativo, pero que nos permitió vivir y desarrollarnos. Hoy, sin embargo, la situación es diferente. Nuestro socio comercial principal es, ahora, China. Hacia oriente viaja nuestro cobre, fruta y pesca, mientras que desde aquel país nos llegan sus manufacturas, sus automóviles y su tecnología. Cambiamos de socio comercial en un abrir y cerrar de décadas. Pero ese cambio no es inocuo.

La guerra comercial, arancelaria, que hoy sostienen los gigantes globales es una pugna que está muy por sobre nuestras limitadas capacidades. Es que la significación chilena en el comercio norteamericano o chino es bastante marginal. Por ello, la capacidad de influencia o presión nuestra no es más que anecdótica para esas superpotencias. Y reconocerlo, aunque le duela a nuestro ego nacional, también. Esa es una pelea de perros harto más grandes.

Así, no nos queda más que tratar de caminar, de puntillas y en equilibrio inestable, por el filo de esta rivalidad mayor. Sin que se perciba inclinación alguna que dirija más afectos a uno ni a otro de los dos gigantes. La idea que debe primar es que, en el frío mundo de los negocios y el comercio, no hay afectos sino intereses. Y que, los nuestros, no están anclados a perpetuidad con ninguno.  El Mandatario debiera tratar de (tarea difícil para él, lo sé) decir lo menos posible. Pocas declaraciones, sólo lugares comunes. Alabar la rica comida y los bellos paisajes. Abstenerse de filípicas y admoniciones a Estados Unidos, que podrían de ser muy bien recibidas por Xi Jinping y el Comité Central, pero nunca por Trump y sus Boys.   En una mirada de largo aliento y con una visión de Estado, el presidente Boric debiera admitir que Chile nada gana cambiando un aliado histórico, como lo fue Estados Unidos, por un socio circunstancial como hoy es China. La integración económica global que requiere el desarrollo de nuestro país, no funciona si optamos por tan sólo un lado del mundo.

Qué irónico resulta comprobar que Gabriel Boric deba convertirse en el adalid de la defensa del libre comercio y reprimir sus ganas de aliarse eternamente con el régimen chino.

Juan Carlos Pérez de La Maza

Licenciado en Historia

Egresado de Derecho

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