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VIAJE AL INTERIOR DE MI PERSONA por Franco Caballero Vásquez

Ahora que ya se ha desfragmentado el dogma de la religión, ahora que las instituciones han caído en crisis, ahora que el internet ha democratizado los conocimientos, y que la sociedad ha requerido y buscado soluciones, o salvaciones, que van más allá del credo, podemos hablar libremente de aquellos conocimientos que fueron vetados por las políticas dominantes. Es decir, ahora ya podemos hablar de abrir todas las puertas y abordar las materias con sana exploración, sin tapujos, sin sesgos, sin prohibiciones. Desde allí me permito escribir, pues me parece que puede servir o hacerse necesario para quien busca crecer como ser humano.

¿Por qué es bueno transmutarse? Popularmente llamado “deconstruirse”, que involucra una introspectiva para propiciar el conocimiento personal, y con ello conducirse óptimamente en la vida, en el mundo. Creo que en estos últimos años se ha estado haciendo, ha estado ocurriendo dicho proceso alquímico, producto de estar viviendo una era de cambio, me referiré a esto más adelante.

La transmutación es un proceso de transformación de nuestras conductas y formas de pensamiento, que permiten obtener los principios que conducirán de mejor forma nuestras vidas. Esto permitirá que pueda cultivar una conciencia, a la cual obedecer ante las diversas situaciones y acontecimientos de la realidad. Así entonces podré dejar de ser un acosador, un vicioso, un victimario, o cualquier conducta reprochable, para pasar a ser un ser de bien. Tal como ocurre con el alcohólico que se convierte al evangelio. Hermoso. O como propone C. Jinarajadasa en su libro “La nueva humanidad de la intuición”, trabajar un proceso reformador, reparador y emocional con los reos que pueblan cárceles que replican y empeoran las conductas.

Algunos se convierten al veganismo o se hace deportista, ya lo hemos dicho. La importancia de aquella transmutación, independiente que sea para convertirse en alguna disciplina o para sencillamente mejorar uno mismo, permite, además, mejorar la calidad de vida llevada hasta al momento, pudiendo vivir con una intencionalidad amorosa que nos da aperturas hacia los demás, y propende a un actuar con mejor criterio, ya que las decisiones vienen de la conciencia y no de las emociones.

Un proceso de transmutación puede ocurrir en distintos grados o de distintas maneras, pero si ampliamos su plano, adentrándonos en lo que ocurre en él, podremos explicarlo de muchas formas, por ello se puede ejemplificar desde una protociencia milenaria, la cual ha establecido etapas para este fenómeno. Me refiero a la Alquimia. Para algunos, tecnología egipcia, para otros, precursores de la farmacia. Se supone que descubrieron el fósforo y sus estudios ayudaron a encontrar remedios en las plantas. Lo que buscaban era convertir el plomo en oro. En este caso, el instinto en conciencia, pues todos somos diamantes en bruto, y por ello existe el desarrollo personal.

Separar, purificar y volver a unir; ese es su ejercicio básico. Se deconstruyen los elementos, separándolos unos de otros para ser purificados, permitiendo la revitalización de estos para luego volver a reunir y re-formar el conjunto, constituyendo cuatro etapas relacionadas a los elementos vitales que metaforizan el cambio. En el primer momento ocurre una especie de muerte, donde comienza el cambio, previo cuestionamientos o dudas, sumergiéndonos en la Tierra y derribando verdades. Luego con el Agua se lava y purifica la impureza de nuestros criterios pasados, para así entonces renovar el brillo de los nuevos criterios con la esencia del Aire, finalizando en el éxito del proceso con el Fuego, generador de luz y calor. Esa es la estrella alcanzada, el hallazgo de la piedra filosofal. Si bien hay mayor profundidad en cada etapa, incluso otras formas de comprender estos procesos de conversión, como el camino del héroe de Joseph Campbell, que ahonda en la antropología de las creencias, creo prudente haber puesto en vitrina este fenómeno social que reacciona ante la caída de las creencias, las crisis institucionales, los desgastados valores éticos, con sistemas organizacionales de vida plutocráticos y no existenciales. Somos víctimas de nuestras políticas y nuestros paradigmas. Y si toda causa tiene una consecuencia, pues somos lo que somos.

No creo que se trate pedagógicamente de buscar las apoteosis que transforman al ser humano en una entidad divina, sino más bien en lo importante de sumar personas para hacer de la sociedad un espacio mejor, tal es el fin educativo, por eso siempre progresista. Se dice que dos fuerzas pelean en el mundo, las del odio y las del amor; sabemos cuál vive mejor. “Cada época debe reemprender la tarea de aprender a leer y releer las antiguas verdades”. Dijo Pierre Hadot, por eso querido jovencito/a usted no está aquí para rendirse y resignarse a vivir esclavizado por las cadenas de sus pasiones, usted está aquí para ser libre y hacer brillar el diamante de su persona.

Franco Caballero Vásquez

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