Eso cantaba, hace demasiadas décadas, Luis Alberto Martínez, un lacrimógeno bolerista nacido en Curicó, hoy injustamente olvidado.
La canción la recordé a propósito del período inicial de los gobiernos, cuando gozan de una suerte de “luna de miel” en el que los críticos y opositores conceden un tiempo de instalación y ajuste a los equipos que recién se hacen cargo de la administración. Muchos gobiernos han disfrutado de este lapso, breve para algunos, más extenso para otros, en que la prensa, los detractores y simples observadores, pasan por alto ciertas fallas, resbalones y descuidos, porque entienden que el acomodo en el poder suele ser complejo.
Sin embargo, parece que la nueva administración que encabeza Gabriel Boric no podrá disfrutar de este lapso de rodaje. Y lo sorprendente es advertir que los problemas que le han impedido el disfrute del período de acomodo, han provenido de sectores que podría pensarse que tienen mayor simpatía y cercanía con él. ¿Ha faltado deferencia de parte de los propios amigos de los recién llegados a La Moneda, lo que les ha impedido disfrutar de sus primeros días en el Palacio?
Era recién el segundo día de trabajo de la Ministra del Interior, cuando la recibieron con balazos en la Araucanía. Cualquier analista habría pensado que el nuevo gobierno tendría una relación cercana y cordial con las comunidades mapuches, considerando que su causa reivindicatoria fue utilizada hasta la exageración durante la campaña electoral. Además, todos hemos visto que las nuevas autoridades no se cansan de hablar de derechos indígenas, plurinacionalidad y otros conceptos de cercanía con los pueblos originarios… y ellos reciben a la flamante ministra con disparos al aire. Pero no de alborozo ni entusiasmo precisamente. Más bien sonaron como tiros de advertencia. El incidente, que la ministra intentó bajar de perfil y gravedad, demuestra que los afanes de rebeldía, reivindicación y separatismo de ciertos grupos mapuches no se habrá de moderar porque las autoridades hablen de Wallmapu ni prometan comisiones de verdad histórica. Los dirigentes fueron bastante claros en señalar que Izkia Siches muy Ministra del Interior (y Seguridad Pública) será, pero si quiere visitar “sus” territorios, debe pedir permiso antes. Así de rotundo e inamistoso. De luna de miel, tratos amables y otras consideraciones, nada.
Tampoco hubo consideración con las nuevas autoridades, de parte de algunos Parlamentarios que, una vez más, enarbolaron un proyecto de retiro de fondos previsionales. El llamado “quinto retiro”, que en verdad sería el cuarto, vuelven a justificarlo en la cesantía, la ausencia de ayudas estatales y otros argumentos semejantes. Y, al igual que en las ocasiones anteriores, los diputados hacen caso omiso de los reparos técnicos que economistas connotados hacen a su moción. La diferencia con los anteriores proyectos es que, esta vez, el Ministro de Hacienda y las autoridades económicas pertenecen a su propio sector político. Y que los daños innegables que tal iniciativa causaría a la economía nacional, tendrían que ser enfrentados y remediados por un Mandatario que, ahora, dice que no está de acuerdo con los retiros, pese a que los votó favorablemente cuando era opositor. Lo que sí está claro y no tiene ambigüedad alguna, es que la iniciativa ha generado un conflicto bastante prematuro entre ciertos parlamentarios oficialistas y el ponderado Ministro Marcel.
Por último, entre las variadas interrupciones a la luna de miel, de la que no puede disfrutar el nuevo gobierno, está su relación con la Convención Constitucional. Los ímpetus refundacionales y transformadores de la mayoría de sus miembros no cesan de amenazar la estabilidad que el gobierno necesita, si es que pretende satisfacer las demandas y expectativas que le llevaron al poder. El vendaval de alteraciones absurdas, contrarias al sentido común y a la opinión de los expertos, generará crecientemente tal bullicio opositor y tal rechazo ciudadano, que el Mandatario tendrá que, a pocos meses de iniciado su periodo, apostar y jugarse con todo, apoyando un proyecto sectario, parcial e intolerante. Apuesta que podría perder, quedándose sin Constitución, sin capital político y sin luna de miel.
Juan Carlos Pérez de La Maza
Licenciado en Historia
Egresado de Derecho