En “La Constitución del Golf”, Elizabeth Subercaseaux se sumerge nuevamente en la compleja fisonomía de la sociedad chilena, en un año crucial en que se escribe una nueva Constitución (por Mario Rodríguez Órdenes)

Elizabeth Subercaseaux (Santiago, 1945) es una periodista y escritora de vasta trayectoria. Su fecunda obra de ficción y no ficción ha profundizado críticamente en la sociedad chilena y es fundamental para comprenderla. Libros como “La patria estremecida” (2019) muestran las profundas desigualdades de Chile en el siglo XX.
Reside actualmente en Pensilvania, Estados Unidos. Cálida, de inmediato aceptó la entrevista con Diario Talca. El motivo: la reciente publicación de “La Constitución del Golf” (Catalonia, 2023), una novela donde los protagonistas viven las incertidumbres del Chile actual.
Elizabeth, en una reciente entrevista señala: «Tengo la ilusión de que en Chile volvamos a ser un país de hermanos. ¿Estamos lejos de serlo?
“Aunque no pierdo la esperanza, creo que estamos lejos. Veo al país dividido en dos bandos polarizados, cada uno tratando de hundir al otro y tan encerrados cada uno en sus certezas, que, ahora que se cumplen 50 años del golpe, ni siquiera han sido capaces de ponerse de acuerdo en lo fundamental, que es que nunca, jamás, bajo ningún concepto se puede justificar un golpe de estado”.
¿Qué produjo la fractura social del país?
“El golpe de estado de 1973 y lo que vino después. Pero no solamente en cuanto a la represión de esos años, sino en cuanto a la gestión económica, que por lo demás están muy ligados, porque sin esa represión no habría sido posible aplicar el modelo económico que aplicaron. Lo que yo viví es que mientras la represión hería el alma chilena, el modelo económico iba creando los grandes niveles de desigualdad social que seguimos viendo. ¿Cómo no va a estar fracturado un país donde, por una parte, tenemos familias que llevan cincuenta años buscando los restos de sus parientes que los militares tiraron al mar, o dinamitaron o escondieron en cuevas y, por otra parte, tenemos un grupo pequeño de gente riquísima, y una gran mayoría del país tratando de ganar un salario que permita vivir dignamente?».
En “La Patria estremecida” muestra la profunda desigualdad social del país durante el siglo XX. ¿Es cómo vivir bajo la amenaza de una bomba de tiempo?
“Sin duda, y ya vimos que esa bomba estalló. ¿Qué otra cosa fue el estallido social de 2019 sino la manifestación de un profundo descontento, por las desigualdades y la injusticia social que esas desigualdades producen?»,
Vivió la época final del gobierno de la UP. ¿Qué recuerda de esos años?
“El gobierno de la Unidad Popular se inició con un acto de terrible violencia. La gente no se acuerda del asesinato del general René Schneider, que se produjo antes que Salvador Allende, ya elegido presidente, asumiera. Ese crimen, cometido por miembros de Patria y Libertad ayudados por la CIA dejó al descubierto una intención que acompañaría a todo el gobierno de la Unidad Poplar: la intención de derrocarlo. Eso, por un lado. Por otro lado, la coalición de la Unidad Popular estaba fatalmente dividida, el MIR hacía un daño enorme, a mi juicio, propiciando la vía violenta, los discursos incendiarios de Carlos Altamirano, las tomas de fábricas, la política de ‘cerco corrido’ del MIR en el sur de Chile, que no era otra cosa que un robo de terrenos y todo ello enfrentado a las bombas de Patria y Libertad, al gobierno norteamericano dando órdenes de ‘hacer chillar la economía chilena’ (Nixon), los camioneros parando el país con la ayuda económica de empresarios y de Estados Unidos. Colas para comprar alimentos, porque la derecha acaparó los alimentos (de hecho, los supermercados aparecieron llenos dos días después del golpe) … Ese fue el cuadro. Había un caos total”.
¿Cree que Allende pudo haber hecho algo más para solucionar la crisis?
“Yo creo que Allende hizo mucho por solucionar la crisis, desde luego se acercó a la Democracia Cristiana para lograr un acuerdo, llamó a los militares a formar parte de su gabinete y de hecho había tomado la decisión de convocar a un plebiscito el mismo día del golpe. Donde yo creo que Allende fue débil es a la hora de dejarse dominar por la extrema izquierda y en ese sentido pienso que una de sus hijas, a la cual él era muy cercano, jugó un papel importante. El MIR presionaba para que los cambios se hicieran rápidamente y por la vía violenta si era necesario, El MIR quería una revolución en Chile, cosa que Allende nunca quiso, pero fue débil con ellos, no supo cómo manejarlos. Yo creo que había en él dos facetas, una era revolucionaria y la otra era republicana y él nunca pudo poner de acuerdo esos dos aspectos de su persona política”.
Ese eventual plebiscito del que tanto se ha hablado, ¿pudo haber sido una solución?
“Por supuesto, no sé si una solución, así tan tajante, porque las cosas nunca son o blancas o negras, pero habría detenido el golpe. Hay algo que es indesmentible en la historia de ese periodo y es que la derecha en concomitancia con Estados Unidos, en el contexto de la Guerra Fría y de dictaduras proliferando en toda Latinoamérica, luchó para sacar a Allende del poder desde el primer día. Ese fue el objetivo de Patria y Libertad y de Richard Nixon con su secretario de Estado Henry Kissinger y personeros de El Mercurio desde el mismísimo día en que Allende fue elegido presidente. Decir que el golpismo nació a fines de 1973 es una falacia”.
O a lo mejor la suerte ya estaba decidida desde el país del norte…
“La postura de Estados Unidos está documentada. Richard Nixon ordenó ‘hacer chillar la economía chilena’, para desestabilizar económicamente al gobierno de Salvador Allende y puso miles de dólares a disposición de los agentes golpistas chilenos. Estados Unidos no estuvo involucrado directamente en el golpe, pero sí en la desestabilización política y económica de Chile durante los tres años que duró el gobierno de la Unidad Popular”.
En su reciente novela “La Constitución del Golf” aborda el proceso constituyente que vive el país. ¿Le preocupa esa polaridad que se aprecia en la clase política?
“Me preocupa demasiado, porque gracias a esa polaridad es que el país está literalmente estancado y el estancamiento político de un país, cuyas instituciones se han corrompido es un regalo perfecto para el narcotráfico. ¿Dónde florece el narco? En los países estancados por causa de la corrupción. En los países donde los distintos bandos políticos no pueden ponerse de acuerdo. No logro entender cómo hemos llegado a tener unos políticos tan ciegos, tan inconscientes, que no se dan cuenta de que, con esta polaridad, con este afán de hundir el barco del otro, lo que están haciendo es alimentar al narcotráfico, entregar el país a manos criminales. ¿No lo ven?”.
¿Por qué señala que la derecha chilena está viviendo un momento de gloria?
“Porque después del triunfo de la posición Rechazo en el plebiscito para la nueva Constitución, la derecha recuperó un poder político que había perdido, quedó en la cima de una montaña de la cual se había caído estrepitosamente. Claro que la alegría de esos triunfos le duró muy poco porque le salió al camino el Partido Republicano, formado y dirigido por gente que sigue defendiendo la dictadura de Pinochet, el golpe de Estado y considerando a Pinochet ‘un gran estadista’…y eso no es lo que la UDI, Evópoli y Renovación Nacional quieren predicar en este momento, ellos quieren librarse de la mochila de Pinochet, ocupar el centro que fue quedando vacío en ese sector”.
¿Le preocupa la tendencia de los consejeros que están escribiendo la nueva constitución?
“Es bien preocupante y, sin embargo, la encuentro muy consecuente con lo que ellos son y con lo que han predicado. Ellos han dicho desde siempre que no quieren una nueva Constitución, que prefieren la Constitución que ya tenemos y que están dispuestos a hacerle a ésta las reformas que se necesiten, incluso han dicho que no les importa perder el plebiscito, porque de esa forma quedaría vigente la misma Constitución que nos rige ahora. Y por otro lado quieren dejar plasmadas sus ideas, y eso también tiene su lógica. Ahora bien, si este nuevo proyecto se rechaza sería un desastre para el país. Eso también hay que decirlo. Y si, por otro lado, el país acepta la Constitución que quisieran los republicanos con estas enmiendas, mi libro habrá sido premonitorio porque estaríamos regidos, de ahora en adelante por la ‘Constitución del Golf’, vale decir una Constitución que representa a la derecha tanto como un club de golf en Santiago”.
Tenemos una derecha que carece de unidad. ¿Qué problemas puede tener ello?
“El problema de la falta de unidad de la derecha es que en ese sector desaparezca el centro, que sean fagocitados por la ultra derecha que representa el Partido Republicano. El cuco para la centroderecha, tal como se dice en ‘La Constitución del Golf’, ya no es el Partido Comunista sino el Partido Republicano”.
¿Por qué eligió el tono humorístico para analizar la coyuntura que vive el país?
“Primero porque la tragedia es muy tóxica, hace bien reírse un poco y reírse de nosotros mismos. El humor lo aguanta todo, lo hace más digerible, más ameno y al mismo tiempo denuncia lo que está pasando. En ‘La Constitución del Golf’ se da un escenario que forma parte de mis sueños, un lugar de reencuentro en donde la derecha y la izquierda unidas jamás serán vencidas como decía Nicanor Parra. Pero ese escenario, que está lejos de ser una realidad, ¿dónde podría darse mejor que en el humor?”
¿Cómo visualiza el escenario en diciembre próximo cuando se dirima si se acepta o no la nueva constitución?
“La verdad es que no tengo ni la menor idea de qué puede pasar en diciembre, porque los últimos tiempos han sido muy pendulares e impredecibles”.
¿Cómo calificaría el actual momento político que vive Chile?
“Lo calificaría de una profunda y peligrosísima división que le está entregando el país al narco y a la delincuencia. Creo que nosotros, la gente de a pie, deberíamos unirnos y llamar a los políticos de un bando y del otro, incluso a los que forman distintos bandos dentro de la coalición del gobierno, para que se unan y piensen en el país. Pongan a Chile por delante de una buena vez por todas o quédense en sus rencillas, mientras el país de hunde ante sus ojos”.
Chile se apronta a cumplir 50 años del golpe de estado de 1973. Sucintamente, ¿cuál es su balance?
“A mí me gusta mucho que estemos trayendo esa memoria al presente. Ha salido una gran cantidad de documentación, cartas, testimonios, libros, que explican la verdad histórica y eso es sano para el país”.
¿Qué solución tiene la problemática de la violación a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura?
“Mi respuesta es triste, pero de esto estoy convencida: en Chile no se hizo justicia. Recién, cincuenta años después del golpe se condena a los asesinos de Víctor Jara. Hay todavía detenidos desaparecidos cuyos cuerpos no se encuentran y cuyos criminales siguen libres o han muerto de viejos, hay todavía médicos torturadores de la DINA que siguen practicando sus carreras y hay un sector de la derecha que sigue justificando el golpe e incluso defendiendo a Pinochet. Si en un país donde se han producido esos horrores no se hace justicia, la problemática de los atropellos a los derechos humanos queda sin solución”.
Esa herida latente, ¿tiene al país enfermo?
“Por supuesto”.
Alguna vez, usted estuvo frente a Pinochet, entrevistándolo. Con los años su retrato de él, ¿ha tenido modificaciones?
“El Pinochet que yo vi en esas entrevistas es el hombre que está retratado en nuestro libro ‘Ego Sum Pinochet’. La imagen que tuve de él en esos días es la misma imagen que tengo de él ahora, la que está en nuestro libro. Pinochet era un dictador y como todo dictador, mentía, tergiversaba los hechos. Se enfurecía cada vez que Raquel y yo lo enfrentábamos con los atropellos a los derechos humanos y a la vez mostraba un lado más cercano, más cálido, como cuando en medio de esas entrevistas le hablamos de un viejo amor suyo, Piedad Noé, una ecuatoriana de la cual se enamoró en Ecuador, y él se puso a llorar. Era un hombre complejo y peligroso”.
Elizabeth, ¿piensa seguir residiendo en Estados Unidos?
“Llevo ya tantos años viviendo en Estados Unidos que lo he hecho mi segunda patria, aunque la verdad es que en 1990 yo me fui de Santiago, pero nunca me fui ni de mi familia ni de mi país”.
En su escritura, ¿qué viene ahora?
“Acabo de terminar mi novela sobre el músico Richard Wagner. Estoy trabajando un libro sobre mi carrera periodística en Chile durante la dictadura, lo que fueron esos años desde el punto de vista de la cultura, la economía, la represión, las iglesias, etcétera, y ya he comenzado a investigar la vida de Johan Sebastian Bach para otra novela sobre los músicos clásicos. Como ve, estoy llena de pega”.