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CHILE, EL PAÍS DEL MIEDO por Juan Carlos Pérez de La Maza

Más de un 30,5% de los chilenos nos sentimos altamente atemorizados de ser víctimas de un delito. Esta cifra, la más alta desde que en el año 2000 comenzó la medición a través del Índice Paz Ciudadana, es tremendamente reveladora del ostensible deterioro de la calidad de vida que hoy tenemos.  Es que cuando, a mediados de la semana que termina, la Fundación Paz Ciudadana entregó los datos del estudio que anualmente realiza en las principales ciudades del país, un somero análisis de estos indicadores nos permitió concluir que no pueden ser más desesperanzadores. Chile se ha transformado en una sociedad temerosa y desconfiada, habitada por gente que vive arrinconada en ciudades que, mientras más grandes, más inseguras.

¿Quiénes son los chilenos más temerosos? Aquellos que viven en Santiago, donde el índice de temor elevado llega al 33,1%, pertenecientes a los sectores socioeconómicos bajos, cuyo 34,6% de integrantes teme ser una futura víctima de la delincuencia; y mayoritariamente mujeres, que en un 35,6% tienen un alto temor de sufrir próximamente un delito.

Chile ha cambiado, qué duda cabe. Hoy no es novedad ni llama la atención observar locales comerciales que bajan sus cortinas apenas comienza a oscurecer, u otros, como almacenes de barrio, que atienden tras herméticos enrejados y no aceptan pagos en efectivo. Tampoco nos sorprende el severo cambio observado en nuestros hábitos sociales: cada vez son menos las familias que se arriesgan a salir a caminar después de las siete de la tarde. O aquellos que intentan hacer una vida medianamente “normal”, paseando niños, saliendo a comer o disfrutando de recorridos en bicicleta. En ciertos barrios, especialmente en Santiago, Valparaíso, Antofagasta y ciudades similares, tras aquella hora no circula nadie. O casi nadie.

¿Quiénes se atreven a lucir joyas en público? ¿Quiénes detienen su auto en la espera del semáforo, sin temor a un “abordazo”? ¿Quiénes, llegando a su casa, no sienten temor mientras maniobran para guardar su automóvil, sin temor a un “portonazo”? La victimización llegó al 39,3% en Santiago, mientras que en Regiones, “sólo” llega al 32,1%. Más de un tercio de las familias chilenas tiene a uno de sus miembros como víctima de un robo (violento) en los últimos 6 meses. ¿Está el Lector en este caso? Mi familia, junto con el 36,6% de las familias chilenas, es parte de esta dramática estadística que sigue al alza. Y lo peor es que, en algunos tristes casos, el daño se repite. Porque la revictimización, según las cifras entregadas por el estudio comentado, llega hoy al 15,8% de los hogares. En especial, aquellas sufridas familias de la clase media.

¿Qué se puede hacer frente a estas impactantes cifras? Respuestas hay muchas y variadas. Desde aquellos que anhelan un Bukele chileno que reproduzca en Chile las severas políticas salvadoreñas antidelincuencia, pasando por los archiconocidos programas sociales de fomento al deporte, a la vida en familia y a la integración social, hasta llegar a aquellos que, con poca base pero muy enfáticos, aconsejan acostumbrarnos al cambio y aprender a vivir con ello.

Modestamente, y sin la intención de abundar en propuestas muy creativas pero poco realistas, creo que la solución a esta profunda crisis de seguridad, de delincuencia y de civilidad, pasa por restaurar las confianzas institucionales. No habrá término a este ambiente de delincuencia desatada si continuamos, como ahora, con una ciudadanía que no cree que la ley o la justicia son la solución (los chilenos ponemos nota 3 a los Tribunales, nota 2,8 a la defensoría y 2,7 a la Fiscalía, mientras que calificamos con 2,2 a los que hacen los parlamentarios, que son quienes hacen las leyes). Sólo en la medida que esas entidades den pruebas suficientes de hacer el trabajo que la sociedad les ha encomendado: proteger a las víctimas, castigar severamente a los victimarios y asegurar que esas conductas jamás quedarán impunes, volveremos a ser la sociedad anterior al cambio, cuando los chilenos vivíamos y caminábamos sin miedo.

Juan Carlos Pérez de La Maza

Licenciado en Historia

Egresado de Derecho

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