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CRÓNIA DE UN FRAUDE ANUNCIADO por Juan Carlos Pérez de La Maza

Las personas medianamente informadas, ¿podrían sorprenderse de lo ocurrido en las elecciones presidenciales venezolanas? Es más, ¿alguien esperaba que el domingo pasado hubiera en Venezuela escrutinios transparentes, un comportamiento ecuánime de las autoridades electorales y, especialmente, un pleno respeto de las reglas esenciales que norman los procesos electorales democráticos en todo el mundo? Si alguien quedó sorprendido o decepcionado del proceso, es que es demasiado cándido o no está suficientemente informado de lo que ocurre en la dictadura venezolana.

Por cierto, yo no fui de los sorprendidos ni tampoco de los desengañados. En momento alguno pensé que Maduro iba a respetar las reglas democráticas. Si el comportamiento habitual de su gobierno pasa por alto dichas normas, menos aún iba a respetarlas en una elección de la que pendía la continuidad de su mandato. El dictador sabía, al igual que la mayoría de los analistas, que sus posibilidades de triunfo en una elección verdaderamente libre y democrática eran nulas. Su única posibilidad de “triunfo” requería de la desvergonzada intervención y la grosera manipulación de los resultados. Entonces, el fraude no sólo era probable, sino anunciado.

El bloqueo de ciertas candidaturas, en especial la de la principal líder opositora María Corina Machado y la imposibilidad de inscripción de otra candidata de reemplazo fue el inicio de una secuela de comportamientos antidemocráticos. Las descaradas amenazas de “un baño de sangre”, en caso de triunfar el candidato opositor, fue otro de esas señales. El permanente hostigamiento a los miembros del comando electoral opositor o a quienes prestaban apoyo a esa candidatura, la imposibilidad de un acceso igualitario a los medios de comunicación (todos controlados por el gobierno), el encarcelamiento de muchos de los asesores de la líder mencionada o del candidato Edmundo González y otras acciones semejantes, describen una campaña completamente disímil. Sin embargo, pese a la disparidad anotada, el ambiente ciudadano auguraba la derrota gubernamental.  El hastío con un régimen que ha empobrecido a un país enormemente rico y que ha obligado a casi ocho millones de venezolanos a abandonar su país en busca de mejores oportunidades en otros lados, es imposible de disimular o de esconder. Al parecer la ciudadanía perdió el miedo y, pese a la desconfianza y el recelo, se atrevió a repudiar la oprobiosa dictadura bolivariana.

Hoy, la verdad “plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total” (como dijo Chávez), habiendo transcurrido varios días después de aquella elección y pese a la pantomima de proclamación de su victoria, el mundo entero sabe que Maduro fue el gran derrotado en esos comicios. Nada ha logrado con su pretensión de triunfo. Su postergada exhibición de las actas electorales, su inusitada expulsión de diplomáticos de países que no reconocen su fraude, su paranoica denuncia de complots en contra de su régimen, el bloqueo de medios digitales con información veraz y otros delirios semejantes, hablan de la desesperación con la que Maduro y la comparsa que le acompaña se aferran al poder y las cuantiosas prebendas que de él obtienen. No obstantes todas sus maniobras dilatorias, intuyo que la dictadura chavista tiene los días contados.

Con mucha mayor fuerza que en las varias ocasiones anteriores, esta vez pareciera haber cierto consenso en el rechazo a su fraude y en el reconocimiento del liderazgo de María Corina Machado, que ha demostrado ser más fuerte y convocante que los anteriores de Capriles, López o Guaidó. Y, si bien hay coincidencia en que la solución al conflicto debe surgir desde el interior de Venezuela, el contexto internacional de aislamiento creciente del régimen provocará, más temprano que tarde, su caída. El desesperado llamado hecho este jueves por Machado es elocuente. Desde la clandestinidad a la que le obliga las amenazas contra su vida, ella ha convocado a la solidaridad internacional con la lucha que un pueblo valiente libra contra su opresor desvergonzado. Hoy domingo, en toda Venezuela una vez más, el pueblo se expresará. Esta vez ya no en las urnas, sino en las calles, demostrando que la frase de su himno nacional es acertada y merecida: “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó”.

Juan Carlos Pérez de La Maza

Licenciado en Historia

Egresado de Derecho

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