¿Quién era la víctima y cómo fue el hallazgo?
Fue un nieto de la víctima quien presentó la denuncia por presunta desgracia ante personal de Carabineros, motivando la concurrencia hasta una vivienda de la calle Azapa, en la Población Aguas Negras. Allí los carabineros descubrieron el cuerpo momificado de la dueña de casa, una mujer adulta mayor, con edad entre 80 y 90 años, identificada en forma extraoficial como Kety Cáceres.
¿Qué decisiones tomó la fiscalía?
La fiscalía dispuso la concurrencia de detectives de la Brigada de Homicidios de la PDI de Curicó, tras lo cual, el cuerpo fue derivado al Servicio Médico Legal. Este lunes, el fiscal jefe de Curicó, Miguel Gajardo, anunció que el cuerpo será enviado al SML de Concepción, para ser objeto de un estudio multidisciplinario a cargo de peritos tanatólogos, antropólogos y médicos legistas, quienes determinarán la data y causa de muerte. Agregó que, tras ello, se decidirán los pasos a seguir en la investigación.
¿Qué dijeron los vecinos?
Este lunes, los vecinos apuntaron sus sospechas a una de las hijas de la víctima por el abandono del cuerpo de la anciana durante 11 años, ya que también coincidieron que desde el año 2010 la perdieron de vista. A su vez, también destacaron que la mujer fallecida era trabajadora, que vivía para su hogar, su nieto y sus hijas, añadiendo que supuestamente sufría de un cáncer.
¿Cuáles fueron sus palabras?
Ana Barra: “Dejamos de verla el año 2010 y la hija decía que estaba bien, que estaba en un hogar en Santiago, cuando venía a cobrar arriendos a feriantes. Nosotros le creíamos porque nunca íbamos a imaginar otra cosa, pero ella sabía que su mamá estaba ahí abandonada. Nadie iba a imaginar que su cuerpo estaba por 11 años encerrado en esa casa”.
Eudalia Guzmán: “Yo antes tenía un negocio y ella siempre venía a comprar. Quedamos todos mudos porque nadie sabía. Yo le preguntaba siempre a la hija y ella decía que su mamá estaba internada en Santiago, que no nos preocupáramos, y se enojaba si le seguíamos insistiendo. Ella decía que su mamá estaba bien cuidada en Santiago. Siempre respondía lo mismo. Nadie sabía que en realidad la abuelita había muerto”.