Cuando sea grande o cuando reencarne, lo que pase primero; quiero ser Fafá de Belém. ¿Tiene la suerte de conocerla? Me entenderá. ¿No la conoce? Conózcala. Aproveche a Don Google y vea. Ojo que no se nada de ella. No quiero ser Fafá por sus sólidos valores, su aporte a la ciencia o su opinión política. Quiero ser ella porque es un tremendo pedazo de mujer.
Por favor, no me malinterpreten mujeres feministas pensando que no respeto a mis congéneres. Las respeto. Todo el rato. Pero desde la absoluta sororidad, puedo encontrar a una mujer maravillosa y alabar sus encantos. ¿Verdad? La cosa es que Fafá no solo tiene una voz increíble, una energía, una sensualidad, que ya la quisiera yo. Tiene un ángel, un carisma, una fuerza, no sé… ¿No me cree? Vaya a Don Google de nuevo y búsquela cantando “Desabafo”.
Si no se le pasan cosas, le devuelvo la plata. La mujer ya debe andar en los 50, sino más y la suya es una interpretación absolutamente magistral de una de las canciones más poderosas del Gran Roberto Carlos… Ahora, se preguntará usted, ¿Qué hace una mujer como yo, un domingo cualquiera pensando en reencarnar? ¿Será que odia su vida y quiere la de su vecina? Nop. Absolutamente feliz con mi vida estoy. Y con todas mis muy tontas decisiones. Esas que han construido el exquisito caos que soy. No se confunda, no es esa la idea. Sólo pasa que hace unos días me preguntaron qué música me gustaba y la pregunta en cuestión ha sido desde ese entonces una puerta que no he logrado cerrar.
Porque la verdad me gusta tanta música, me gusta tanto la música, que no sabría por dónde empezar. Pero como todos los caminos conducen a la cumbia villera, partimos por Fafá. Porqué Fafá es Brasil y Brasil es Bossa Nova… Y, ¡Oh my God el Bossa Nova! Habrá de saber su señoría que este es un género de la música popular brasileña, que, si bien tiene sus raíces en el Samba, tiene una gran influencia del Jazz. Y aunque al principio se le usaba para definir una manera de cantar y tocar, pronto desarrolló un lenguaje propio caracterizado por una musicalización simple pero elegante y dueña de un delicioso lirismo.
Y fue por los años 50 que Joao Gilberto, Tom Jobim, Vinicius de Moraes y Caetano Veloso convirtieron este movimiento en uno de los más influyentes del mundo mundial. Después vendría Gal Costa, María Creuza y la famosa Fafá. Y mucho, mucho después; Jane Doe, quien se enamoró de su ritmo, su “saudade” y del hombre que le enseño a escucharla.