En gimnasia, las volteretas son difíciles y cuando se ejecutan bien, se ven muy elegantes. En política, en cambio, pocas veces se hacen bien y casi nunca aportan galanura al ejecutante. Más bien al contrario, se ve mal que un político cambie de opinión frecuentemente. No digo que esté vedado cambiar de opinión. Todos, alguna vez, lo hemos hecho. Es parte de la madurez y ejercicio reflexivo que, ante una determinada circunstancia, nuestra opinión pueda variar. Y, en extremo, incluso pueda voltear completamente. Sin embargo, esos giros de opinión tienen que ser contingentes, ocasionales. Incidentales, nada más. En cambio, cuando el cambiar de opinión se hace habitual, la credibilidad, que es el principal activo con que cuenta un político, disminuye de manera dramática. Lo que la ciudadanía más valora en aquellos que hacen de la política su vida, es la constancia de opinión, la firmeza de convicciones y la fidelidad a sus principios. El político que se desdice y, a veces, se contradice, no es confiable.
Todo esto a propósito del Bono de Invierno y sus variantes, que el Presidente de la República ha anunciado recientemente.
Dijo el Mandatario en Arica, hace unas semanas, que no estaba para nada de acuerdo con la idea de entregar algún aporte económico directo a las familias que más están sufriendo los embates de la crisis inflacionaria que nos afecta. Señaló al periodista que le entrevistaba, que esos aportes monetarios directos provocan un efecto específicamente contrario al que buscan: generan más inflación y, con ello, un aumento del “costo de la vida”. En palabras del Presidente, esos aportes (llámense Bonos, IFE, o de cualquier otra manera) sólo son “pan para hoy y hambre para mañana”. O sea, no habría bonos porque generan inflación. Dos semanas más tarde, sin embargo, el Presidente anuncia, con gran cobertura mediática, el Plan Chile Apoya, que consistirá, básicamente, en la entrega de un bono de invierno.
¿En qué quedamos? Los bonos o aportes económicos directos ¿generan inflación? Este bono de $120.000 para 7,5 millones de personas, ¿no aumentará la liquidez del sistema y, con ello, la inflación? Entonces, ¿a quién le creemos? ¿Al mandatario que, en Arica señaló que no habría bonos, porque generan inflación, o al Presidente que anunció, 15 días más tarde, que se entregaría un bono bastante elevado, pero que no generaría inflación?
En aquella entrevista ariqueña se consultó, también, al Presidente cuál sería la postura del gobierno frente al plebiscito a que se ha convocado para inicios de septiembre. Y el Mandatario respondió, con la categórica actitud con que siempre refuerza sus palabras, que la administración sería prescindente. No sólo por imperativo legal, que por cierto lo hay, sino por respeto a las personas que habrán de tomar alguna de las dos opciones, igualmente válidas. La respuesta al entrevistador fue, sin duda, la que se esperaba de un gobernante responsable y consciente de sus obligaciones. Lo que no se esperaba, sin embargo, fue que el diputado Soto, video mediante, transmitiera desde La Moneda unos días más tarde, que estaba “junto a la directiva del Partido Socialista para una reunión de coordinación para trabajar por el Apruebo, junto al Presidente Gabriel Boric”. O sea, nuevamente nos encontramos ante una abierta contradicción, que nos lleva a preguntarnos ¿a quién le creemos? ¿Al Presidente, que señala que el gobierno tendrá una actitud prescindente, porque es lo que corresponde por respeto a la ley y a la ciudadanía que le hizo Presidente de todos los chilenos? ¿O creemos al diputado, que envía un video en el minuto previo a reunirse con el Mandatario para coordinar la campaña del Apruebo?
¿Cambiaron las leyes de la economía y, ahora, la entrega de $120.000 a 7,5 millones de personas, no generará inflación? ¿Cambió la ley y ya no es exigible al Gobierno no intervenir en un proceso plebiscitario y respetar las dos opciones ciudadanas?
Las volteretas, gráciles en gimnasia, en política suelen ser muy poco elegantes.
Juan Carlos Pérez de La Maza
Licenciado en Historia
Egresado de Derecho