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ENTREVISTA: La otra guerra de los ex conscriptos de la dictadura

Las generaciones que hicieron el servicio militar durante la dictadura militar en Chile, vivieron una experiencia radical. “Representa una ruptura fundamental en las vidas de los exconscriptos”, precisa Leith Passmore (Mario Rodríguez Órdenes)  

Leith Passmore en la actualidad es docente en historia e investigador en la Universidad Andrés Bello de Santiago.

Durante los diecisiete años de la dictadura chilena, más de 370.000 jóvenes varones, pasaron por los cuarteles como conscriptos. En la primera década del siglo XXI, cerca de 100.000 de ellos comenzaron a romper su silencio y se movilizaron como parte de un movimiento de exconcriptos, buscando pensiones y reconocimientos como víctimas del régimen militar.

Basado en testimonios, entrevistas, documentos inéditos y notas de campo, Las guerras dentro de los cuarteles / Recordando el servicio militar durante la dictadura de Chile” (UAH, 2023) Leith Passmore analiza las memorias del servicio militar que emergieron con el movimiento en el siglo XXI y que revelan cómo se libraron las guerras de Pinochet en el interior de los cuarteles entre 1973 y 1990.

Los exconscriptos no comparten una interpretación del golpe, ni del régimen militar o de su legado. Durante la conversación que Leith Passmore tuvo con Diario Talca precisó: “Fue una experiencia masiva que continua ausente de la historia de la dictadura y las pugnas sobre cómo recordarla”.

Leith Passmore es doctor por la Universidad Western de Australia. Actualmente es docente en historia e investigador en la Universidad Andrés Bello de Santiago. Es autor de “Urike Meinhof and the Red Army Faction: Performing Terrorism” (2011) y “The Wars inside Chile´s Barracks: Remembering Military Service under Pinochet” (2017) que ganó el premio Mejor Libro (Ciencias Sociales) de la Sección Estudios del Cono Sur de la Asociación de Estudios Latinoamericanos en 2018.

¿Leith, ¿cómo los marcó esta experiencia en sus vidas?

“El libro examina cómo se recuerda el servicio militar dentro de un movimiento de ex conscriptos que surgió a partir de 2005, y en el que han participado alrededor 100.000 de los 370.000 jóvenes que pasaron por los cuarteles entre 1973 y 1990. En el contexto de este movimiento, el servicio militar representa una ruptura fundamental en las vidas de los ex conscriptos”.

¿Se puede hablar de una generación truncada?

“Que sus proyectos de vida son truncados es la narrativa del movimiento. Hablan de un daño, que puede ser desde el daño previsional hasta la tortura. No todos, pero muchos denuncian que la formación militar incluía castigos arbitrarios, ejercicios crueles de supervivencia, y las mismas técnicas de interrogación que sufrieron los presos políticos. Los ex conscriptos ven el truncamiento o la ruptura en las secuelas económicas, físicas, psicológicas, y emocionales del servicio militar, que han definido sus vidas en las décadas después de salir del cuartel”.

¿Cómo reconstruyeron sus vidas?

“El tiempo y el apoyo de familia han ayudado en este proceso, pero hay muchos que dicen que no han podido reconstruir sus vidas. Yo creo que el movimiento mismo también ayuda, porque compartir experiencias después de décadas de silencio con personas capaces de entenderlas, es decir con otros ex conscriptos, ha sido—como me dijo un ex conscripto—como terapia”.

En algunos casos, ¿han necesitado ayuda médica psicológica para lograrlo?

“Muchos exconscriptos han recibido tratamiento médico y psicológico, tanto para aliviar los síntomas como para evidenciar el daño que denuncian”.

Leith, comparte que también hubo jóvenes ex conscriptos, que estaban de acuerdo con el régimen militar y sus postulados y la experiencia durante su periodo de conscripción no fue traumática…

“Estos cientos de miles de hombres viven en una sociedad dividida y sus posiciones políticas reflejan esta división. Había conscriptos que estaban de acuerdo con el régimen. Hay exconscriptos que mantienen o han asumido esta perspectiva. Más común es la indiferencia u ignorancia política, tanto en dictadura como ahora. El movimiento no tiene como base una identidad política compartida. También hay una gran variedad de experiencias entre los miles de exconscriptos, desde los que sienten que el servicio militar destruyó su vida hasta los que solo tienen buenas memorias de su servicio”.

 Cómo surge su interés en el tema?

“Mi primer libro es sobre el terrorismo en Alemania Occidental en los años setenta. Para este libro analicé, entre otras cosas, textos escritos por detenidos dentro de las cárceles alemanes. Una vez en Chile, empecé a leer textos escritos por presos políticos, y me llamaron la atención las descripciones de los jóvenes quienes hacían guardia, muchos también con miedo, a veces de los mismos barrios o pueblos que los presos. En este momento, el movimiento de ex conscriptos estaba consolidándose”.

¿Cómo viven la experiencia del servicio militar los jóvenes australianos?

“El servicio militar existía en Australia durante las primeras décadas del siglo XX y luego se implementó cada vez que Australia participó en una guerra. Se lo eliminó en 1972 frente a una oposición política que surgió durante la guerra en Vietnam. Hoy el ejército australiano es un ejército cien por ciento profesional”.

¿Qué permitió que se convirtiera en libro?

“Tuve la suerte de ganar una beca posdoctoral en la Universidad de Chile, que me permitió dedicar tres años exclusivamente a este proyecto. Luego terminé la publicación ya trabajando en la Universidad Andrés Bello”.

¿Le costó armar los testimonios de estos ex conscriptos, ganarse su confianza?

“Sí y no. Hay muchas agrupaciones dentro del movimiento, y siguen distintas estrategias. Las que buscaron una ley que les otorgara beneficios, por ejemplo, también buscaron un público para sus demandas. Pero los grupos con demandas civiles no necesitaban este tipo de publicidad, y costó más tiempo establecer relaciones de confianza. En términos de los individuos que yo entrevisté, todos habían roto su silencio dentro del contexto del grupo. Es decir, cuando hablaron conmigo, ya habían compartido sus experiencias con los compañeros de la agrupación”.

El libro tuvo una primera edición en inglés. ¿Cómo fue recibida por los lectores y la crítica?

“La edición en inglés salió a fines de 2017 y fue muy bien recibida. De hecho, en 2018 ganó el premio Mejor Libro en las Ciencias Sociales de la Sección Estudios del Cono Sur de la Asociación de Estudios Latinoamericanos”.

¿Qué fuentes fueron claves para su elaboración?

“Las fuentes más importantes son cientos de testimonios escritos, tanto publicados como inéditos, colecciones inéditas de testimonios audiovisuales, historias orales—es decir, entrevistas semiestructuradas—de entre 30 minutos y dos horas, entrevistas con dirigentes de varias agrupaciones, y notas de campo de eventos y reuniones que asistí entre 2011 y 2015. También clave fue la documentación elaborada por las agrupaciones en relación con sus demandas”.

Los jóvenes que ingresaron al servicio militar durante la dictadura militar chilena lo hicieron bajo la premisa de reconstruir Chile y de combatir un enemigo interno. ¿Cómo fue la resistencia a la dictadura dentro del ejército?

“La mayoría de los jóvenes querían hacer el servicio militar al momento de entrar a los cuarteles, pero no para reconstruir Chile ni de combatir un enemigo interno. Las motivaciones de estos jóvenes solían de estar relacionadas con dos ideas que poco tenían que ver con el conflicto político del momento. Primero, querían defender una idea de la patria definida por las glorias del siglo XIX y los desfiles de las fiestas patrias. Segundo, querían una educación o formación técnica que luego les ayudaría encontrar trabajo. Estas motivaciones son relativamente constantes, no solo durante la dictadura, sino a través del siglo XX. Respecto a la resistencia, el caso emblemático de un conscripto que negó participar en la represión por sus convicciones es Michel Nash, quien fue desaparecido. Para muchos ex conscriptos, el destino de Nash es confirmación de sus peores temores”.

¿Cómo se fueron dando lo que denomina «las guerras de Pinochet en el interior de los cuarteles entre 1973 y 1990”?

“Las guerras de Pinochet son la ‘guerra interna’, pero también las casi guerras, las preguerras, y las guerras que nunca fueron con los países vecinos. En los recuerdos de los ex conscriptos el abuso como formación militar y la persecución por militancias políticas reales o imaginadas erosionó la diferencia entre preparar para la guerra y librarla. Así los frentes de batalla deslizaban hacia el interior de los cuarteles”.

¿Cómo venció la resistencia de estos exconscriptos para que pudieran contar sus historias?

“Por mucho tiempo los recuerdos del servicio militar se asomaban detrás de un deseo de olvidar, de los temores de ser marginalizados, reprendidos o enjuiciados, del abuso de alcohol y drogas, además de la vergüenza y confusión. Estos sentimientos no desaparecieron, sino un conjunto de factores culturales, corporales, y económicos produjo un momento en que el deseo de hablar los superó”.

Los exconscriptos, ¿han tenido instancias para contar sus historias, como ocurrió con la Comisión Valech?

“Ciento dos ex conscriptos más denunciaron la privación de libertad o tortura ante la Comisión Valech, pero fueron excluidos porque la comisión no pudo identificar las razones políticas de esos hechos. El movimiento ha participado en mesas de trabajo con los gobiernos de Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, y en la más reciente en 2017, la Subsecretaría de DDHH recibió casi seis mil testimonios. En el informe de 2018, se reconoce en los testimonios descripciones de abuso, violencia y violaciones de derechos humanos. Los hechos denunciados incluyen: la obligación de comer carne cruda de perros y gatos o excremento, la obligación de matar a perros y beber su sangre, colgamientos, abuso sexual, y la aplicación de corriente en distintas partes del cuerpo, incluso los testículos. Sin embargo, actualmente Chile no cuenta con una instancia calificadora de víctimas de violaciones a los derechos como eran las Comisiones Rettig y Valech”.

La historia de los ex conscriptos del periodo 1973 – 1990, ¿han sido historias silenciadas?

“Han sido silenciadas en el sentido de que la sociedad solo quería escuchar a ex conscriptos como testigos en las historias de otras personas, y no como los protagonistas de sus propias historias. La entrega de información sobre los desaparecidos se transformó en un prerrequisito para ser escuchados, pero la gran mayoría no puede cumplir con este prerrequisito por no tener información. Además, la obligación de abordar primero un tema que, para muchos exconscriptos, no tenía relación con sus recuerdos del servicio militar, silenció desde un principio sus narrativas”.

¿Sus conciencias fueron vulneradas?

“Conscriptos participaron en allanamientos, la humillación y represión de civiles, el traslado de presos, fusilamientos, y crímenes de lesa humanidad. Y muchos, la gran mayoría, no lo hicieron. Interesante es cómo el movimiento aborda esta participación. En su narrativa, la participación obligada en abusos, y los sentimientos de impotencia, vergüenza y culpa que esta produce es otro ejemplo del daño que el servicio militar les provocó”.

Los jóvenes exconscriptos con el paso de los años se han ido organizando. ¿Cuáles son sus fines y que han conseguido?

“Agrupaciones de ex conscriptos surgieron alrededor de 2005. Durante los siguientes años, las agrupaciones se formalizaron y solicitaron el reconocimiento para los antiguos reclutas como víctimas del régimen, indemnizaciones por las contribuciones y salarios impagos, al igual que daños y perjuicios por las consecuencias emocionales, de salud y financieras derivadas del maltrato físico y psicológico dentro del cuartel. No han logrado ninguna de estas demandas. Sin embargo, han logrado armar comunidades y espacios para compartir experiencias, que también es importante”.

¿Se han presentado demandas contra el Estado?

“Han iniciado demandas por daño moral, hasta ahora todas rechazadas. La Corte Suprema confirmó el rechazo de una de estas demandas recién el año pasado. Unas agrupaciones quieren seguir y llevar sus demandas a la Corte Interamericana de Derechos Humanos”.

¿En qué medida la experiencia de estos jóvenes puede ayudar a consolidar la reconciliación en la sociedad chilena?

“La memoria exconscripta es una memoria difícil y compleja. No cabe en ninguna de las grandes narrativas del golpe y la dictadura. Está arraigada en continuidades a largo plazo, identidades perdurables y ciclos generacionales que en gran medida son independientes de la trayectoria del conflicto político y las luchas sociales. No digo que reflexionar sobre las experiencias y memorias de conscriptos va a llevar el país a la reconciliación, pero sí creo que hacer sentido de estos recuerdos requiere una perspectiva de largo plazo, una perspectiva que va más allá de lo político, y un esfuerzo empático que solo pueden enriquecer el debate sobre el pasado reciente”.

Usted recoge y analiza la experiencia de jóvenes exconscriptos entre 1973 y 1990… Pero, ¿cómo habrá sido la experiencia de los jóvenes que ingresaron a la Escuela Militar en esos mismo años?

“Es una buena pregunta. Es un tema que queda pendiente”.

Leith Passmore en la actualidad es docente en historia e investigador en la Universidad Andrés Bello de Santiago.
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