Recientemente Anita Parada, radicada en Australia, realizó una corta visita a Talca. Su apretada agenda incluyó la donación de dos libros de Stella Corvalán al Centro de Documentación Patrimonial de la Universidad de Talca. Anita mantuvo un estrecho vínculo con la destacada escritora talquina (por Mario Rodríguez Órdenes)
La vida está llena de encuentros casuales, que traspasan tiempo y espacios. Es el encuentro de sensibilidades afines. Es el caso de dos connotadas escritoras talquinas. Anita Parada Casanova (Talca,1963) que, siendo muy joven, se cruzó con la vida de Stella Corvalán Vega (Talca,1913 – Santiago,1994). Fue un encuentro clave para que Anita definiera su vocación literaria.
Anita, que reside en Perth, Australia, viaja regularmente a Talca. En su último viaje hizo una importante donación al Centro de Documentación Patrimonial de la Universidad de Talca. Como escritora, uno de sus recientes libros, “Una madre de fe” (2022), galopa por el mundo.
Nacida en Talca, Stella Corvalán Vega (1913 – 1994) es una de las voces poéticas chilenas más relevantes del siglo XX. Estudió Derecho en la Universidad de Chile, pero no ejerció. Su debut literario llegó en 1940, con el poemario Sombra en el aire, publicado en Buenos Aires.
Su estilo recoge una postura estética cercana al surrealismo, que le significó el reconocimiento de la crítica especializada. En su poesía, Stella habló del mundo de lo femenino, con una aguda inteligencia, que la hizo reconocida en América Latina y Europa. La ciudad de Talca la conmemora con un certamen anual de literatura.
Anita, ¿qué balance hace de su viaje a Chile?
“Aunque cada viaje trae consigo siempre algo de dulce y agraz, en cada viaje siempre surge una nueva forma de servir y con ese aprendizaje me quedo”.
¿Cómo encontró a Talca, la ciudad en que creció?
“Fue un viaje exprés de tres días. Una noche mi prima Olga Casanova me llevó al sector del río Claro, lo habían remodelado y se veía muy bello. Pero me quedó una lista larga de lugares por visitar, porque por el corto tiempo que contaba privilegié visitar a mi gente querida y también fui al cementerio a honrar con flores a aquellos que partieron”.
También tuvo una reunión con jóvenes de Talca…
“Fue una experiencia maravillosa y enriquecedora tanto en el Colegio Montessori que me invitó en su salón Roma repleto con más de cuatrocientos alumnos desde octavo básico a cuarto medio, y en el liceo Marta Donoso Espejo, mi ex liceo de Niñas, lugar donde estudié toda mi enseñanza media”.
¿Ha pensado en la posibilidad de radicarse nuevamente en Chile?
“Siempre está en mis proyectos volver a residir en Chile, sobre todo por mis afectos, pero ya mis hijos viven lejos. Mi hijo, en Australia y mi hija entre Escocia y Estados Unidos. Mi esposo es australiano y se ha hecho muy difícil convencerlo de venirse acá, pero la esperanza es lo último que se pierde”.
Anita en este viaje usted hizo una importante donación de libros de Stella Corvalán al archivo de la Universidad de Talca. ¿De qué material se trata?
“Eran dos libros de poesía editados en España en 1951. Una ‘Antología’ y ‘Sinfonía del Viento’, prologado por Pío Baroja”.
El Centro de documentación Patrimonial de la Universidad de Talca está investigando el archivo de Stella Corvalán con la intención de publicar una Antología de su obra, en conjunto con la Editorial de la Universidad de Talca y la Municipalidad, para el aniversario de los 30 años del fallecimiento de Stella…
“Pude reunirme con todo el equipo y estoy segura que será una contribución valiosa a la cultura literaria de Talca, porque nos darán un trabajo crítico, serio y profesional de su obra, lo que ayudará a que se reconozca y valore tanto la obra literaria de Stella Corbalán como su persona. Fue una mujer muy adelantada para su época, una chilena que se merece ser visualizada, sobre todo por las nuevas generaciones. Una mujer a la que quise y sigo queriendo mucho, a la que en vida se le negó el lugar que se merecía. En ella está ejemplificado el dicho ‘que nadie es profeta en su tierra’”.
¿Qué significó en su formación literaria?
“Fue un gran referente, una real inspiración, me mostró las obras de escritores de los que jamás yo había escuchado antes. Ella en mi juventud fue mi ídola. A través de sus historias recorrí el mundo, creo que ella sembró en mí no solo la curiosidad por la literatura, sino también la de explorar otros lugares, otras culturas”.
La conoció bastante, porque era muy cercana a su familia, ¿cómo era Stella en lo cotidiano?
“Era apasionada, histriónica, profunda, sensible, un tanto excéntrica en su forma de vestir para esa época, siempre la sentí tan segura de sí misma, tan libre, con una personalidad fuerte, muy femenina, muy lady, muy bella, cautivante. Disfrutaba tanto escuchando sus historias de su vida en Europa, las historias de sus amores y desamores, así como escucharla recitar y a ella le gustaba mucho que recitáramos juntas ante mi familia”.
Durante algún tiempo entiendo que vivió en su casa…
“Sí, ella era la dueña de la casa en la cual vivíamos con mi familia, que colindaba con la suya, la ‘Villa Stella’. Me invitaba a viajar con ella a Santiago, Algarrobo y las Rocas de Santo Domingo. Yo me sentía en una película europea cuando nos hospedábamos en su departamento de Echaurren con Alameda, en Santiago”.