La discusión del proyecto de Ley de Presupuesto de la Nación 2022 se desarrollará en un escenario de las cuentas fiscales no muy auspicioso, encontrándose en etapa final de aprobación. En lo medular, se plantea un crecimiento del gasto público de 3,7% respecto de la ley aprobada para 2021, mientras que en comparación con la ejecución proyectada para el presente año el gasto se reduce en 22,5%.
Esta diferencia es notable, y contrariamente al aumento, la lectura sería que el gasto público disminuirá en torno al 25% respecto a lo realmente ejecutado este año, lo que equivale a unos US$18.000 millones, una cifra sideral nunca vista en nuestra economía.
Claro está, la gran contracción del gasto público se explica en gran medida por el término del IFE, es decir, por transferencias directas de recursos del Estado a las familias, lo que generará un fuerte impacto en la reducción de la cantidad de dinero circulante y, consecuentemente, la contracción del consumo y demanda agregada.
Todo esto se veía venir, era inevitable, ya que para el Estado de Chile es insostenible mantener un crecimiento del gasto como lo observado en los últimos dos años. Cabe recordar, que las mermas en el erario fiscal no son recientes y sólo producto de la pandemia Chile viene arrastrando consecutivamente un creciente déficit fiscal que se remonta al año 2013, con un 0,6% del PIB, hasta el presente 2021 en que se proyecta un déficit por sobre el 8% del PIB.
Lamentablemente, el déficit fiscal se mantendrá en Chile al menos varios años más y traerá negativas e inevitablemente consecuencias en el mediano y largo plazo para nuestra economía. Una de ellas es que el mayor déficit fiscal llevará al Gobierno central a buscar financiamiento para cubrir el gasto público y lo más probable es que se recurra a mayor endeudamiento, que ha sido una práctica en los últimos años. De hecho, Chile ya ha pasado de ser acreedor neto a deudor neto en el mundo.
Este mayor endeudamiento hará perder paulatinamente al Estado de Chile la posición privilegiada como sujeto de crédito a nivel internacional, es así como a medida que nos sigamos endeudando y se siga manteniendo el déficit fiscal, tarde o temprano nuestra aún prestigiosa posición internacional se verá deteriorada, lo que provocará más temprano que tarde un aumento de los niveles de riesgo país y con ello el alza de las tasas de interés para financiamiento internacional, tanto público como privado, afectando, sin duda, la inversión y el consumo, factores fundamentales para el crecimiento de la economía, todo lo cual agravaría la ya creciente alza de las tasas de interés a nivel local.
