Jorge Abasolo, talentoso escritor talquino, se apronta a lanzar “Política y Humor”, su octavo libro. “Me defino como un tipo melancólico y un adolescente sesentón. Creo que paso por el momento más creativo de mi vida. Creo que moriré escribiendo”, afirma (Mario Rodríguez Órdenes)
Jorge Abasolo Aravena combina certeramente la política con el humor. Nacido en Talca en el año que murió Albert Einstein, como acostumbra a decir. Periodista, cronista, hombre de radio y libretista, sus escritos circulan por diversos medios. Ha colaborado en los más relevantes medios nacionales, como Revista Cosas, Qué Pasa, por señalar algunos. Conversó con Diario Talca mientras se apronta a publicar su octavo libro, Política y Humor, bajo la edición de Jaime Ferrer. Durante la conversación, Abasolo, en su estilo punzante, le toma el pulso al país.
Jorge, ¿cómo aprecia el proceso constituyente que vive el país?
“Como una farra de la clase política. Antes del plebiscito del 4 de septiembre del año pasado, se nos insistió hasta el hartazgo que la alternativa era Apruebo o Rechazo. Aún recuerdo a la señora Camila Vallejos cuando decía: ‘quien diga que hay otra opción está falseando la verdad’. Pues bien, de ganar el Rechazo se debía aplicar el Artículo 142 de la Constitución del año 2005 (aprobada por Lagos) que señalaba que seguiría en vigencia la Constitución señalada. Luego, vino un contubernio entre derecha e izquierda”.
Usted es crítico de una eventual nueva constitución. ¿Cuál era la alternativa?
“Muchos países han alabado la Constitución del año 2005, que algunos –con malicia soterrada y abyecta- intentan tildar de ‘la Constitución de Pinochet’.
Me formulo la siguiente pregunta: ¿ha obstruido la Constitución actual las políticas sociales de alto beneficio para la gran mayoría del país? ¡Para nada!
En la política chilena hay mucho de farsa, de charada”.
¿Cómo aprecia la conducción del presidente Boric en este proceso?
“En la Convención pasada, el señor Boric fue el artífice y propagandista principal de la opción Apruebo. En esta ocasión se le nota más distante, pues sabe que Chile Vamos será el ganador. En consecuencia, el señor Boric no se quiere exponer a una segunda derrota figurando como el líder de la opción gobiernista. Además, el presidente se ha farreado una gran oportunidad. Tenía la facultad privativa de frenar este proceso, pues el país tiene otras prioridades. ¿Te imaginas si Boric hubiese pospuesto este proceso y hubiese destinado esos dineros (de la Convención) a la reconstrucción de las comunas más devastadas por los incendios? Todo el país lo estaría aplaudiendo aún”.
¿Estamos lejos de ser un país reconciliado?
“Muy lejos. No conozco parte del planeta en que el partido comunista haya sido un elemento coadyuvante para la armonía o la unidad nacional. Es cosa de revisar la obra de Vladimir Ilich Ulianov (Lenin) para percatarse que el comunismo utiliza una monserga muy sui géneris. Para Lenin, terrorismo es sinónimo de persuasión”.
¿Cómo visualiza Chile en los próximos años?
“Creo que lo más probable es que este gobierno termine su período. Ahora, ¿en qué condiciones van a entregar el país? Ese es otro tema.
Pero también intuyo que pueda haber un alzamiento popular, pero esta vez no a favor del gobierno, precisamente. Los estallidos sociales en Chile son abruptos, sin aviso previo. Un gran político chileno, Isidoro Errázuriz, señalaba que Chile tiene ‘sueño de marmota y despertar de león’. Es cierto. La revolución de la chaucha en tiempos de Ibáñez no la advirtió nadie”.
Este año se cumplen 50 años del 11 de septiembre de 1973. ¿Para usted fue un golpe de Estado o pronunciamiento militar?
“Me da lo mismo. A veces digo Golpe Militar y no faltan los que se ofenden. Eso sí, hay que aclarar por qué llegamos a esa situación. Hasta el 10 de septiembre, ¿era Chile un país ideal para vivir?
Entre intelectuales honestos de distinto pelaje hay unanimidad en que la democracia se perdió en Chile porque la clase política no fue capaz de terminar con la pobreza. Éramos de los países que menos crecíamos en América Latina. La intervención militar fue producto del clamor de un pueblo hastiado de inflación y al borde de la guerra civil.
Contaré algo de mis conversaciones con el gran intelectual Felipe Portales, ex Mapu y hombre declaradamente de izquierda. Tú sabes que la versión de la izquierda es que la UP fracasó por la intervención norteamericana. Esa es la versión que difunden y ‘venden’ ellos. Como Felipe Portales es mi amigo le pregunté derechamente: ¿Crees que sin intervención de los Estados Unidos la Unidad Popular caía producto de sus propios errores? Me respondió: ‘Sí, Jorge. Habría caído por sus propios errores’. Felipe Portales es de los pocos intelectuales de izquierda cuya honestidad no se discute”.
¿Qué balance hace del período?
“Deplorable. La Unidad Popular tuvo muchos aspectos ominosos. Aún guardo la casete con mi entrevista a Clotario Blest, a quien me correspondió entrevistar el año 1986. Me contó Blest que Allende lo mandó a buscar para invitarlo a La Moneda. Estando a solas en el Salón Rojo, Allende alabó la honestidad del dirigente sindical y le confesó que él (Allende) no era presidente de Chile. Blest le contestó que eso era absurdo, pues había sido elegido en 1970 por voluntad popular. Allende respondió lo siguiente: ‘No es así, Clotario. Aquí mandan los partidos políticos de la Unidad Popular. Yo no cuento para nada. Y lo peor es que si renuncio, sé que me van a matar. Y si me quedo…también me van a matar’. Esa conversación la guardo como pieza de museo”.
Jorge, ¿qué circunstancias le permiten nacer en Talca?
“Mi padre era santiaguino, pero se va a Talca para fundar la Radio Lautaro. Mi padre pasó a ser un personaje en esa ciudad, como propietario de esa emisora. Allí conoció a mi madre. Se casaron y tuvieron seis hijos, de los cuales soy el menor”.
Su padre, Julio Abasolo Aldea, fue un destacado hombre público, de pensamiento liberal y su casa fue un centro de encuentro cultural y político y donde desfilaron escritores y políticos de distinto pelaje…
“Sí, pero yo estaba muy chico. Mi padre hacía tertulias culturales en su casa de Talca, donde asistían hombres como Alejandro Flores (Premio Nacional de Teatro), los escritores Julio Barrenechea y Rubén Azócar. Además, su gran amigo José Miguel Cruz, director del Museo de Talca…”.
¿Qué incide para que la familia abandone Talca?
“Mi padre decía que Talca se iba a llenar de emisoras, por lo tanto, había que buscar un lugar donde no hubiese ninguna. Escrutando el mapa, con mi tío Ramón, decide irse a Angol, para fundar la Radio Arauco, la primera de la provincia de Malleco. Corría la década del 50”.
¿Cómo recuerda Angol en la década de los 60’?
“Con nostalgia empalagosa. Como una ciudad amistosa y muy apacible. La izquierda era democrática y Gabriel Boric no nacía. (Sonríe)”.
¿En qué colegio estudió?
“En la Escuela Pública Número 3, de la que tengo gratos recuerdos. Aún me veo hoy con ex compañeros, como Ricardo Arellano, Julio Hammoud y David Burgos, entre otros. Hemos mantenido la amistad por años”.
¿Qué influencias fueron decisivas para su inclinación por la literatura?
“La amistad de mi padre con Julio Barrenechea, Ricardo Latcham, Juan Donoso y Tito Mundt, entre otros. Mi padre tenía una gran biblioteca y cuando llegaba a casa yo veía a todos mis hermanos leyendo. Entonces, yo me decía: ‘Esta cosa debe ser muy entretenida’. Y me convertí en un lector compulsivo, también”.
¿De alguna manera influyó que su padre haya ganado a los 17 años el Premio Municipal de Literatura con su obra “El fantasma del Congreso”?
“Por supuesto. Ahora aquilato mejor el hecho de que ganar el Premio Municipal de Santiago fue un hito importante. Lo ganó con apenas 17 años, lo que le permitió irse a trabajar al diario El Mercurio, convirtiéndose en el periodista más joven de ese medio. Por aquellos años no existían las Escuelas de Periodismo. Se premiaba el esfuerzo”.
¿En qué momento decide incursionar en Santiago?
“En la década de los 80 mi familia decide instalarse con la primera Radio FM en la ciudad de Laja. En esa emisora, Doña Paula, 103. 7 del dial FM hice de todo. Desde programas culturales hasta transmitir fútbol y boxeo. Llegó un momento en que había tocado techo…y decidí irme a Santiago a estudiar periodismo. La práctica ya la tenía hecha”.
En estos momentos, Erick Pohlhammer, un destacado poeta, faro de generaciones, se encuentra muy delicado de salud. ¿Qué ha significado para usted?
“Un golpe muy duro. Me costó dos días asumir la realidad. Erick es un amigo entrañable y con una cualidad en extinción en Chile: cero envidia. Nuestras tertulias eran hasta altas horas de la madrugada”.
¿En qué momento de la vida se encuentra?
“Me defino como un tipo melancólico y un adolescente sesentón. Creo que paso por el momento más creativo de mi vida. Espero que esto sea vitalicio, y por eso este año espero lanzar dos libros. Creo que moriré escribiendo”.
Jorge, Política y Humor es su octavo libro. ¿En qué circunstancias aparece?
“En un período crítico de nuestra historia. Es difícil hacer humor político en Chile, pero creo que una revista tipo Topaze nos vendría muy bien y sería muy bienvenida. Con lo desprestigiada que está la política y con parlamentarios que no califican ni para Juntas de Vecinos (con todo el respeto que me merecen estas Juntas) habría material de sobra para hacer reír, con los gazapos, errores o ‘condoros’ de los Honorables de hoy”.
¿Considera que Chile está para el humor?
“Chile no es un país con humor. Por lo mismo que sería bienvenido. Somos un país de carácter grisáceo. El mapuche no tiene sentido del humor y de los extremeños que nos invadieron solo se escapan los andaluces, aunque deben tener un poco de alcohol en el cuerpo para sacar esa algarabía tan recóndita que albergan”.
¿Qué busca a través del humor?
“El humor busca decir las cosas de manera tangencial, en un país de lenguaje emoliente, donde si tú dices las cosas por su nombre, pasas a ser etiquetado como ‘conflictivo’. El humor te permite entregar las verdades con bálsamo. Es más, así como la imaginación nos compensa por lo que no somos; el humor nos compensa por lo que somos. He ahí el quid del asunto”.
En Chile, Arturo Alessandri Palma fue un maestro en zaherir a sus adversarios, burlándose de ellos o poniendo fin a una situación tensa con una observación ingeniosa. ¿Se asemeja con algún político de la actualidad?
-No lo creo. Arturo Alessandri Palma junto a Eduardo Cruz-Coke son los dos genios que ha producido la política chilena. Y conste que eso me lo dijo Alberto Jerez –hombre de izquierda- que fue mi amigo y hoy se encuentra muy delicado de salud”.
¿Cómo fue su experiencia de trabajar con humoristas relevantes como Juan Carlos «Palta» Meléndez y Coco Legrand? ¿En qué consistía su colaboración?
“Con Meléndez viví un año en su residencia en Santiago. Él me recibió en su casa cuando me fui a vivir a la capital. Ya era conocido en el ámbito del humor y por las noches yo ‘parchaba’ sus libretos. Nos fue fácil trabajar juntos, porque Juan Carlos es un tipo de mente amplia, muy llano y gran amigo. Hasta el día de hoy. Con Alejandro Javier (Coco Legrand) sucedió algo curioso. Por el año 1996 yo debuto con una columna de humor semanal en el diario La Prensa Austral, de Punta Arenas, columna que aún mantengo. Pues bien, cierto día me llama Coco Legrand para decirme que le había gustado mucho una columna que yo había escrito en ese diario y me pide si me puedo integrar a su staff. Fue un honor. Coco es una excelente persona. No sé si es mejor comediante o mejor amigo. En ambas esferas, es un tipazo”.
También en el libro cuenta su cercanía con André Jouffé. ¿Qué mundos le abrió?
“En mi primer libro de entrevistas, Sin Censura (1997) decidí incluir a Jouffé porque es un globetrotter del periodismo. Ha entrevistado a hombres de la talla de Richard Nixon, Henry Kissinger, Mitterrand, entre otros y ha sido el único chileno que ha estado veinte veces en el Festival de Cannes. Nos caímos bien y desde que lo entrevisté nuestra amistad solo ha ido consolidándose. Me instó a no abandonar jamás el camino del humor y de las entrevistas”.
¿Le duele el desprestigio de la clase política?
“Mucho, porque no hay democracia sin partidos políticos. Trabajé 16 años en el Congreso y pude constatar que era verdad lo que decía Otto von Bismarck, en el sentido que es mejor no saber cómo se hacen las salchichas y las leyes. En la actualidad, desgarra saber que los partidos políticos están convertidos en agencias de empleo. Los últimos actos políticos con mística fueron La Marcha de la Patria Joven, en 1964 y la Campaña del No, en 1988. La mística o el idealismo político son cosas arcaicas y tan pasadas de moda como la virginidad, el papel de calco o la máquina de escribir. Una pena”.
Este desprestigio ¿qué tan peligroso puede ser para una sociedad democrática?
“Permiten que broten los populismos o surjan los caudillos de baja monta, como ya lo estamos viendo.
Lo peor es que en la política chilena campea la improvisación, y eso es alarmante. El gobierno de Boric ha sido el único en la historia que no ofreció modelo alternativo para llegar al poder. Solo se dedicó a fustigar los excesos del modelo liberal, que los tenía, por cierto. Y aun así, no ofreciendo alternativa, el país lo eligió. ¡Insólito! Yo nunca fui allendista ni habría votado por él, pero comparar a Boric con Salvador Allende, es ofender la figura de Allende”.