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Juan Maino: la historia del caso más emblemático de la ex Colonia Dignidad

Margarita Maino, una de las hermanas de Juan.

Conocí a Juan Maino en alguno de los afanes post golpe de Estado en Santiago. Me pareció una persona simpática y afable. Tiempo después, por circunstancias casuales, conocí a su amigo Carlos Montes, hoy ministro, en ese tiempo perseguido por la dictadura.

Por esas circunstancias siempre me mantuve atento a la evolución de este caso, que se volvió emblemático entre los muchos en que operó el largo brazo de la DINA y Colonia Dignidad.

A Margarita Maino, una de sus queridas hermanas, la conocí muchos años después en alguna de las movilizaciones con familiares de las víctimas buscando verdad y justicia.

UN FOTÓGRAFO COMPROMETIDO

Juan Maino tenía dos pasiones: la fotografía, vocación seguramente heredada de su madre Filma Canales Sore -conocida documentalista, cineasta y crítica de cine– y la búsqueda de un mejor país para los más postergados.

Siempre mostró una gran sensibilidad social. Eran tiempos en que los niños de familias vulnerables carecían de zapatos y fallecían por desnutrición o diarrea. Juan encontró en el humanismo cristiano -también vinculado a su madre- un impulso para el compromiso y la acción. Esta sensibilidad lo llevó a militar en el MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitaria) durante los años de la Unidad Popular.

Aunque quienes lo conocieron más profundamente afirman que nunca buscó protagonismo y que le gustaba cultivar el bajo perfil, es muy posible que en el tiempo inmediatamente posterior al golpe de Estado y a causa de la masiva represión desencadenada por la dictadura contra los disidentes, debió asumir responsabilidades mayores en su partido político.

En 1976 trabajaba junto a su amigo Antonio Elizondo en la tesis para titularse de Ingeniero Mecánico por la Universidad Técnica del Estado. Así que no era extraño que tras las sesiones de estudio se quedara a dormir en el departamento que Antonio compartía con su esposa Elizabeth Rekas, asistente social del Metro. La pareja esperaba su primer hijo/a.

A mediados del mes de mayo Andrés Rekas, hermano de Elizabeth, fue detenido por la DINA y trasladado al cuartel secreto denominado Villa Grimaldi o Cuartel Terranova. Allí fue duramente presionado para entregar antecedentes sobre los tres amigos.

El 26 de ese mes, como todos los días, Antonio pasó a buscar a Elizabeth a su trabajo en la citroneta de la empresa donde se desempeñaba. En el momento en que la profesional subía al vehículo, ambos fueron rodeados por agentes de la DINA. A punta de golpes y amenazas los trasladaron a Villa Grimaldi, llevándose también el pequeño automóvil.

Ese día Juan Maino había viajado en su citroneta AX330 desde Rancagua y los esperaba en el departamento de la calle Diagonal de la comuna de Ñuñoa. Pero ellos nunca llegaron. Los que irrumpieron violentamente en la vivienda fueron tres agentes del Estado. Los vecinos los vieron salir con Juan y llevarse también su vehículo.

«DESPUÉS DE LA RABIA VIENE LA TRISTEZA»

Su madre Filma Canales Sore, era una convencida cristiana con fuertes vínculos con la Iglesia. Durante años fue columnista de la revista “Mensaje” y era profesora de la Universidad Católica. El secuestro y la desaparición de Juan la arrojaron al peor de los mundos.

Conocida y respetada por todos, le costó creer que en Chile las personas pudieran desaparecer. Pasó por la negación, el asombro, la certeza y la impotencia. Dedicó todas sus energías a buscar a su hijo, recorriendo los centros de detención, acudiendo a sus conocidos vinculados al gobierno, solicitando entrevistas, viajando, rogando, denunciando.

Todos sus esfuerzos, las gestiones de los abogados de la Vicaría de la Solidaridad y de los familiares de Antonio y Elizabeth fueron inútiles. Los recursos judiciales y las denuncias rebotaron frente a una justicia inclinada ante el régimen dictatorial.  Los tres amigos, como tantos otros, desaparecieron en el gulag represivo que se tragó a miles de chilenos.

¿Se habrán encontrado en las infames mazmorras secretas de la dictadura? ¿Pudieron consolar a Elizabeth aterrada y con cuatro meses de embarazo? ¿En qué pensó Juan cuando comprendió que sería asesinado como tantos otros chilenos? Tal vez en el rostro de su madre o en las sonrisas de los niños de los campamentos que eternizó en sus fotos, tal vez…

En 1980 fue detenido Carlos Montes, en la época en que era dirigente del MAPU, quien declaró en Tribunales que durante los interrogatorios a los que fue sometido por la DINA los agentes le mostraron un documento que él había entregado a Juan Maino. Los agentes le confesaron que la víctima “se les había ido” durante una sesión de tortura.

Cinco años después de la desaparición de su hijo mayor, en entrevista con Revista Análisis, Filma Canales declaró: “la indiferencia de los que una vez fueron mis amigos es demasiado cruel…la indiferencia e individualismo de esta clase media acomodada es atroz”.  El periodista le preguntó: “¿Tiene esperanza de volver a ver a Juan con vida?”. Y ella respondió: “Pensar que mi hijo aun pudiera estar (vivo), después de cinco años, en manos de esos seres enfermos, me parece monstruoso…creo en un Dios y sé que Juan debe estar junto a Él”.

Cuando llegó a la convicción de que su hijo no volvería, confiesa que “el saberlo no me ayudó; al contrario, parecía aumentar mi furia, la ira que me ahogaba, una ira sin salida y que repercutía en las murallas sordas de una justicia inoperante, de un país que prefería las mentiras que reconocer los horrores cometidos”.

Participó en las movilizaciones de las Agrupaciones de Familiares y en medio de la búsqueda conoció la ONG “Justicia y Paz” que promovía acciones No Violentas al estilo de Gandhi y Luther King. También lo hacía el Movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo, liderado por sacerdotes del mundo popular. Recuerda que esas experiencias la llevaron a encontrar la paz, sin dejar de buscar verdad y justicia. “Después de la rabia viene la tristeza, la aceptación, que no es resignación”, afirmó.

LOS VEHÍCULOS QUE REGALÓ LA DINA

Ya en democracia la investigación del juez Jorge Zepeda sobre Colonia Dignidad permitió establecer que Manuel Contreras, director de la DINA, le había regalado al enclave ocho vehículos pertenecientes a Detenidos Desaparecidos. Entre ellos, dos citronetas. El año 2005 y gracias a la colaboración de algunos ex colonos, los motores de un vehículo Citroën y un Renauld fueron encontrados a varios metros de profundidad en un bosque al interior del fundo.

Juan volvía a la memoria desde las entrañas de la madre tierra. En las fichas y documentos de inteligencia y espionaje elaborados por el círculo cercano a Paul Schaffer, también aparecieron los nombres de Juan, Antonio y Elizabeth.

Al funeral simbólico realizado ese mismo año en Colonia Dignidad asistió Filma, sus hermanas, familiares de Detenidos Desaparecidos de Parral. Y parte de esa generación dispersa y perseguida.

Alguien leyó un fragmento de la carta – testamento que pocos días antes de su detención Juan le envió a su madre a través de Margarita, para abrirla en caso que le sucediera algo. Juan había escrito citando a Saint-Exupery : “Ser hombre es ser responsable…es sentir que se contribuye a construir el mundo”.

La sentencia del ministro Zepeda dice que: “el predio de Colonia Dignidad fue utilizado para la instrucción de los agentes del Estado y los fines criminales que estos habían emprendido y dentro de ese contexto, después del 11 de septiembre de 1973, se utiliza en Colonia Dignidad el sector denominado ‘acopio de las papas’, sitio escogido para sustraer a civiles contrarios al régimen militar al  margen de toda legalidad”.

El fallo del año 2012 condenó por homicidio calificado a varios agentes de la DINA y estableció la complicidad de Paul Schaffer, Harmut Hopp y Gerhard Mucke en dicha operación represiva.

Jorge Zepeda afirma: “Todo lo anterior se dio en Chile en un contexto de persecuciones, torturas, desapariciones y otros tratos crueles e inhumanos en contra de un determinado grupo de la población civil, cuyos fundamentos fueron motivos políticos; crímenes los cuales son reprochados universalmente y sancionados criminalmente por el Derecho chileno.”

Finalmente califica los hechos como “crímenes de lesa humanidad” por cuanto “… producen la violación de una serie de derechos inderogables reconocidos en la Convención Americana, que no pueden quedar impunes…Son actos inhumanos que por su extensión y gravedad van más allá de los límites de lo tolerable para la comunidad internacional”.

IMÁGNEES QUE SURGIERON DESDE EL SUBTERRÁNEO

Unos años después la periodista Marcela Jiménez, del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación (CIDE) adscrito a la Universidad Alberto Hurtado, recibió unas fotografías que le llamaron la atención. Eran imágenes de niños descalzos sonriendo y abuelas en sus mediaguas. Era una mirada sutil y bella de un Santiago desaparecido. Intrigada, decidió remover el subterráneo, sepulcro de artefactos antiguos y documentos. Encontró cuatro maletas metálicas. Al abrirlas descubrió 250 diapositivas similares a las fotografías. Preguntando sobre su hallazgo a los funcionarios más antiguos, uno de ellos afirmó de inmediato: “Deben ser de Juanito”.

Juan Maino trabajó como fotógrafo del CIDE, que, entre otras tareas, elaboraba materiales audiovisuales para la educación.

Así recuperó Filma Canales parte del trabajo de su hijo. Y esas fotografías -algunas de las cuales se pueden ver en Internet– han sido exhibidas en Roma, Florencia y Bolonia.

El 2013 la Universidad de Santiago de Chile (ex UTE) entregó 39 títulos profesionales “de gracia” a los familiares de ex estudiantes asesinados durante la dictadura. Entre ellos Juan Maino y Antonio Elizondo, además se descubrió una placa recordatoria.

El año 2014 se realizó en Roma el juicio a los responsables del siniestro Plan Cóndor, buscando justicia para 42 ciudadanos ítalo – descendientes asesinados. Este plan permitió coordinar la represión de las dictaduras de Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia. El caso Maino y   el de otros cuatro compatriotas fueron parte de ese proceso.

En mayo del mismo año el Papa Francisco recibió a los familiares de las víctimas chilenas en el Vaticano. Margarita Maino asistió en representación de la familia.

Treinta años después en Punta Peuco, un ex agente condenado por varios crímenes se pregunta: “¿De que sirvieron tantas muertes? ¿Qué perdurará de esa guerra obscena e inmoral? ¿Por qué los que dieron las órdenes nunca dieron la cara frente a los hijos y las madres?”

Paul Schäfer fue capturado en Argentina el año 2005 y murió en prisión condenado por múltiples delitos. Harmut Hopp logró eludir la justicia y se refugió en Alemania consiguiendo hasta ahora total impunidad. Mucke permanece en la cárcel de Cauquenes cumpliendo una sentencia menor.

El pasado viernes 15 de julio, en el Centro de Extensión de la Utalca, los abogados italianos Andrea Speranzoni y Lisa Baravelli ofrecieron una charla sobre el caso Maino y la Operación Cóndor.

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