Con talento y trabajo creativo incansable, el escritor Juan R. Chapple se ha convertido en un referente de la literatura fantástica y del terror. Realiza un largo viaje por Chile dando conferencias y presentando su obra. “No todo se puede concentrar en Santiago”, sostiene. (por Mario Rodríguez Órdenes)

Hay lecturas que nos conmueven, llaman la atención y hacen que nos hagamos preguntas, dejando algunas sin respuestas. Lecturas que nos conectan con otras sensibilidades y nos abren puertas, algunas insospechadas. Es el caso de “El Día más salvaje y otros cuentos de la penumbra” (Editorial Libros de la Medianoche, 2021), de Juan Chapple Clavijo.
Diario Talca lo entrevistó hace un tiempo. Lo hacemos nuevamente en un momento de intenso trabajo creativo, en que Chapple se ha convertido en un referente de la literatura fantástica y del terror. El prestigioso estudioso español del tema, David Roas, en una reciente entrevista recomendó su lectura y lo destacó entre los autores latinoamericanos relevantes en la materia. La crítica nacional también le ha sido favorable y cientos de lectores lo siguen en las redes y asisten a sus conferencias. En esta conversación, profundizamos en algunos temas que nos parecen claves en su narrativa y conocemos algo de sus planes.
El escritor Juan Roberto Chapple Clavijo (Santiago, 1972) es un periodista formado en la Universidad de Chile y magister en Literatura hispanoamericana y chilena. Entre sus libros destacamos Vertedero (2005), Un astro umbrío en el pérfido día brillante (2014) y Memoria de un corazón de fuego (2017). Ha sido finalista del concurso de cuentos Stella Corvalán, organizado por la Universidad de Talca. Con El Día más salvaje y otros cuentos de la penumbra fue ganador en una de las versiones del concurso de creación literaria convocado por el Ministerio de las culturas, las artes y el patrimonio.
Juan, uno de los cuentos, Aquellos en la multitud, lo dedica a Edgar Allan Poe. ¿qué influencia tuvo en su formación?
“Es sin duda uno de mis grandes referentes, aunque eso no me hace atarme necesariamente a sus temas, ni creer que el terror se circunscribe a Poe, u otros como frontera final. Habiendo dicho eso, uno siempre tiene influencias y cuentos como El barril del amontillado, El corazón delator, La caja oblonga, El gato negro, La caída de la casa Usher, El pozo y el péndulo, Ligeia o la Máscara de la muerte roja, que son marcas demasiado inolvidables, cuando uno está galopando en los cascos del terror, como para dejar de lado. Ahora bien, existe un cuento que a mí me hace muchísimo más sentido incluso que aquellos de aparecidos o portentos macabros como los anteriores. El hombre de la multitud es un relato clave dentro de la producción de Poe, medular, porque anuda el temblor de lo desconocido con las buenas y malas nuevas de la modernidad. Un hombre ‘que no se deja leer’, como dice el narrador, inaprensible, el nuevo hombre que preconizaba la revolución industrial, el epígono de la modernidad, aquel ser impasible, que solo puede estar a sus anchas absorbiendo el aire de las mercancías. Aquel hombre que era único, un monstruo en aquel momento, algo fuera de la naturaleza, hoy es el hombre y mujer de nuestra realidad y aquello he tratado de llevar adelante en Aquellos en la multitud, esta especie de continuación y de homenaje de aquel cuento señero de nuestro amigo de Boston”.
Sus años de lectura en sus primeros años de universidad también fueron claves…
“Muy decisivos fueron Cortázar, Borges, Huidobro, Rimbaud, Juan Rulfo, Alejo Carpentier, Juan Emar, Gabriela Mistral. Y en el ámbito del terror, no puedo dejar de nombrar a gente formativa como Algernon Blackwood, Arthur Machen, William Hope Hodgson, Henry James, Sheridan le Fanu, epígonos del temblor inglés decimonónico y maestros del camino hasta el día de hoy. También estuvieron ahí Lovecraft, Hawthorne, Anne Rice y Stephen King. Pero, sobre todo Clive Barker, que para mí fue y ha sido hasta hoy un verdadero explorador de los retorcidos pasadizos del alma humana e inhumana, junto con un gran descubrimiento cuasi filosófico que es Thomas Ligotti”.
Eran los años luego de la larga dictadura que vivió Chile. ¿Cómo recuerda esos años?
“Los recuerdo bifrontes: tranquilos, dentro de mi mente de niño… pero, al mismo tiempo, se mezclaban las prohibiciones, la propaganda, el conservadurismo, la exaltación militar a ultranza y ese filoso reborde del miedo a medida que fui creciendo y me fui dando cuenta de la clase de país que habitábamos… un país hecho de mucho miedo… y ojo que esto lo digo sin mirar con ninguna nostalgia impostada los días anteriores a la dictadura pinochetista, ni a romantizar una izquierda respecto a la cual no me siento tampoco identificado más que con algunas ideas de librepensador”.
¿Cuánto habrá marcado su mirada haber crecido en dictadura?
“La marcó enormemente, hasta el día de hoy. Ahí hay fantasmas reales y todos aquellos otros que sucumbieron por pensamientos que se alejaban u oponían a lo que se debía pensar. Cazas de brujos y de brujas, torturas y más miedo. Era un país más pobre que éste en lo material, pero más rico en la conversación, a pesar del temor, de eso estoy seguro; más indigente en lo económico y que empezaba a vislumbrar a todos los hombres de la multitud que vendrían. Era un país de sombras tenebrosas, como la serie de Barnabas Collins que veía todos los días cuando era muy pequeño, pero con vampiros reales”.
Entiendo que siendo niño veía la recordada serie Sombras tenebrosas…
“Ese era un espectáculo diario, un ritual que tenía con mi madre, el cual adoraba… y padecía… Las noches eran de eterno pavor, las sombras y oscuridad me asustaban de muerte, creyendo ver entre celosías extrañas siluetas que acosaban mis noches de niño… creo que muchos escritores de terror han padecido situaciones similares, y eso se establece en una marca, más adelante, para llegar a dialogar y entender la naturaleza del miedo. En mi caso al menos, fue así… y el magma de aquello es Sombras tenebrosas y, con posterioridad, los portentos y ciertas atrocidades de Las Mil y una noches y de El quijote que empecé a leer a los 5 o 6 años”.
¿En qué momento se dio cuenta que fuera de ser un lector voraz podría escribir sus propios relatos?
“Pienso que iba en tercero medio y se hizo un concurso convocado por la profesora de castellano. Mi primer relato fue sobre un hombre de más de 200 años, varado en una nave espacial habitada solo por él, vagando en las estrellas. En ese instante y hasta mis 16-18 años comencé tímidamente a hacer las primeras armas y perfeccionar lo que después sería mi primera obra publicada, Vertederos”.
“¿Como fue derivando a la literatura fantástica y del terror?
“No fui derivando, siempre estuve anclado a ella, aun cuando hubo una época en que la dejé un poco en letargo cuando hice el Magister en Literatura Chilena e Hispanoamericana en la Universidad de Chile y conocí otro tipo de autores (incluso hice mi tesis sobre la literatura de Diamela Eltit y Guadalupe Santa Cruz). Pero estoy muy consciente que uno pasa por períodos… sin embargo, esos impulsos nunca se fueron y estoy muy de acuerdo con Ursula K. Le Guin en que la literatura de género, la que realmente importa, es fruto de exploraciones en otros ámbitos también. Aquel no es un lugar de salida, sino que de llegada de las naves… Uno no zarpa con naves de literatura fantástica o de terror en el océano de la literatura, no simplemente, sino que se ha recalado en montón de otros puertos, se ha visto un sinnúmero de otros horizontes, en mi caso Dostoyevski, Shakespeare, Chejov, Dickens, muy principalmente, aparte de muchos latinoamericanos y otros europeos, antes de que las naves recalen en ese puerto. Así, tu literatura es una más rica y nutritiva para el que lee”.
Juan, en sus relatos tienen gran relevancia los sueños de los personajes. ¿Esa es otra realidad que nos muestra un mundo latente?
“Es una realidad, ni siquiera alterna, sino que una porción de nosotros mismos que normalmente negamos o de la cual nos mofamos o simplemente no hacemos caso, pero que nos acompaña. No solo somos el mundo de la vigilia, sino que muy principalmente el mundo de los sueños. El mundo de nuestros deseos, también se encuentra imbricado, y hay momentos en nuestra vida, para aquellos que nos gusta soñar despiertos, en que pareciera todo un nebuloso y febril sueño. Le hago caso a esos vaticinios y las imágenes del sueño normalmente me acompañan en mis escritos, y acompañan, como el reverso del alma o de la identidad, a muchos de mis personajes”.
En el cuento El Día más salvaje muestra que los seres humanos nos hemos convertido en fusibles… ¿Como hemos llegado a este mundo?
“Yo no sé si nos hemos convertido en eso. Lo que sí sé es que existen poderes humanos que quieren usar a muchos como tal, y que les sirve que la mayoría consuma los platos repetidos de falsos o fútiles encandilamientos de la materia que nos han desplegado en la gran mesa de la vida. Pero la vida es mucho más que eso, más que tener hijos, autos, buenos trabajos y viajes, para después morir y que otros repitan la historia. La vida, y no quiero sonar ni grandilocuente ni despectivo, ni menos soberbio, la vida sin fuegos artificiales, tus propios fuegos artificiales, los que creaste, creativamente tú mismo, con tus propias preguntas, es una vida empobrecida. Y, ya sé, para muchos, todo conspira para hacer algo distinto, algo que te saque de los caminos y pensamientos aprendidos, que te saque de la televisión o las pantallas y te remueva para iluminarte y hacerte ver las revelaciones de la vida y la muerte… A mí, en lo personal, me interesa esto último, y todo lo que está entremedio”.
Ha iniciado una serie de encuentros en provincia. Ahora el 25 de octubre tiene uno en la Universidad O’Higgins de San Fernando. ¿Qué espera de ellos?
“Son viajes. Es decir, grandes oportunidades de conectar tu experiencia, tu palabra, tus visiones con otras de gente que no conozco. Eso en primer lugar, uno muy importante. En segundo lugar, se trata de encuentros de piel, la mayoría de las veces, que nos hacen acercarnos a un fogón virtual para debatir nuestros sueños. Y, por otro lado, me parece genial que se esté dando en regiones de esta manera. No todo se puede concentrar en Santiago, de donde procedo, porque hay avidez, lo he comprobado a través de las redes sociales todos los días, de que ocurran cada vez más cosas en otros lugares que únicamente en los centros capitalinos. Entonces, es una forma de descentralizar la cultura, el debate, la discusión y la conversación nutritiva, que no te lo puede dar un contacto telemático solamente. En vivo y en directo suceden otras cosas, se prenden otros fuegos”.
¿Cómo ha sido el encuentro con sus lectores?
“Fantástico, se trata de un momento muy esperado, porque son realmente ellos uno de los motores interesantes que me motivan a escribir. Hay seguidores, siempre lectores, en muchos casos ya prácticamente amigos fieles, y la oportunidad de seguir conociendo es algo maravilloso”.
Uno de sus cuentos… Mal, muy mal muestra que en cualquier momento aparece la fragilidad de la vida con toda su crudeza. ¿Ese es el destino inevitable de los hombres?
“Mal, muy mal, ahora que lo pienso, tiene una especie de estrategia kafkiana. Lo que hace este personaje de Mal, muy mal ante el sarcasmo y el poder es no solo empequeñecerse, clásica estrategia de los personajes kafkianos (Ante la ley, El castillo, La metamorfosis), junto con la transformación, sino que prácticamente desaparecer”.
¿Qué podemos esperar de su narrativa?
“Pueden esperar sorpresa, exploración, la irrupción del mal, pero también de la maravilla, además de la invitación a realizar un viaje, que si bien oscuro, puede ser muy placentero. A ratos un viaje con terapia de shock, y que se sumerge en las mazmorras humanas, en lo profundo de nuestros miedos (personales, como sociedad y colectivo); pero también, junto con eso, la búsqueda de un espacio de la revelación, para mi gusto, la altura más grande de toda escritura, de toda lectura, el momento donde algo se triza o se quiebra dentro nuestro, el momento en que vemos a dios o al diablo, o a alguien más que no se parece a ninguno de los dos…”.
¿Qué cosas nuevas vienen?
“Muchas en realidad, pero todo tiene que tener su momento de decantación, pues soy muy estricto con lo que sale al aire y su corrección… será por eso que en estos últimos 18 años solo han salido 4 libros… Como sea, vienen varias novelas a las cuales les estoy dando sus toques finales. También se pueden esperar varios libros de cuentos, un par de libros para jóvenes (uno de ellos fue premiado en el concurso de Creación literaria, al igual que El día más salvaje), algún libro ilustrado y varias sorpresas más. Felizmente, el duende de la escritura me ha acompañado con su cofre de riquezas… serán los lectores los que juzguen después si las monedas y perlas son dignas”.