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LAS OPCIONES DEL 5 DE SEPTIEMBRE por Juan Carlos Pérez de la Maza

Tal parece que la ciudadanía ya tiene bastante decidida la opción que marcará el domingo 4 de septiembre. Pese a que en política jamás se puede predecir un resultado electoral con certeza absoluta, los sondeos, las encuestas y la brisa callejera, permiten augurar una amplia preferencia ciudadana por rechazar el inaudito proyecto de Constitución que elaboró la Convención

No obstante, el triunfo que esperamos ese día no pondrá fin, lamentablemente, a la incertidumbre que nos han infligido estos últimos años. El día después, lunes 5 de septiembre, nos esperarán varias opciones nuevas. Algunas de escasas posibilidades, otras de mayor respaldo, pero todas inciertas y azarosas. Ordenemos y clarifiquemos algunas, aún en proceso de desarrollo.

Si se impone el Rechazo, es obvio que continuaría rigiendo la actual Constitución. No podríamos dejar de tener una, por criticable que esta sea. Así, la primera opción de ese lunes, sería mantener la actual Carta Magna tal como está. Sospecho que esta opción es la de menor apoyo ciudadano porque, como seguramente Ud. recuerda, casi el 80% de la ciudadanía expresó hace menos de dos años que quería cambiarla. Pero, de todos modos, es una de las posibilidades.

Una opción menos fanática, es decidir que el actual Congreso, integrado por parlamentarios democráticamente elegidos e investidos de Poder Constituyente delegado, le haga sustanciales reformas a la actual Constitución. Reformas profundas, que expresen el sentir ciudadano mayoritario, que clama por cambios pero que, a la vez, habría rechazado los ímpetus refundacionales y la soberbia maximalista que impregnó la labor de la Convención. Los Parlamentarios harían esas reformas fundamentales con la experiencia, el tino y el tacto de quienes saben del arte de la negociación y lo posible. Los 4/7 facilitarían esa labor.  Esta opción tiene, hasta donde hoy podemos ver, algunas posibilidades de apoyo. No muchas, pero algunas. A su favor juega la experiencia. En contra, el menguado prestigio de los miembros del Congreso.

Una tercera posibilidad, que el Presidente ya esbozó con escasa prudencia y menos éxito, es convocar a una nueva Convención Constitucional. Otra. Empezar el proceso nuevamente. Con 155 miembros, sería esperable que fuese paritaria y, ojalá, sin escaños reservados (a menos que se reserven para todos los innumerables subgrupos que habitamos el país). Y esa eventual nueva Convención tendría la improbable tarea de redactar otro Proyecto. Ojalá sin disfraces, sin sahumerios, sin maximalismos, sin resentimientos ni espíritus de revancha. Y, si se optara por este camino, con prudencia, sabiduría, ilustración y buena letra. Esta opción, Ud. seguramente lo siente así, tiene apenas unas pocas posibilidades. El desprestigio que se auto infirió la Convención es sólo comparable a la arrogancia y sectarismo de muchos de sus miembros. Por eso, mencionar que habrá una nueva Convención es, por decir lo menos, impopular.

Otra posibilidad, a partir de ese lunes 5 de septiembre, sería que el Congreso, con acuerdo del Presidente de la República, convoquen a una comisión de expertos. Si, como tantas veces hemos dicho, se trata de construir la “casa de todos”, la tarea debiera ser confiada a los que saben y, jamás, a quienes nunca han construido algo en su vida. Ya cometimos ese error y nadie quisiera repetirlo. Entonces, expertos en derecho constitucional, en ciencias políticas y alguna que otra disciplina más, designados por las Universidades (del Consejo de Rectores y privadas con acreditación plena), por las Academias (de la Lengua, de Ciencias, de Historia, de Bellas Artes, de Ciencias Sociales, de Medicina) se abocarían a redactar un Proyecto que, sin ninguna duda, sería inmensamente más sensato y aceptable que el que perpetró la Convención.

No sé si alguna de estas opciones nos permitiría lograr la “casa de todos”, pero seguramente cualquiera de ellas nos pondría más cerca de conseguir una casa adecuadamente diseñada, mejor calculada y bien construida, en la cual la vida podría ser mejor, más plena y menos incierta que la que nos esperaría en aquella que el domingo 4 vamos a rechazar.

Juan Carlos Pérez de La Maza *

Licenciado en Historia

Egresado de Derecho

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