Ya existe un reglamento que norma el funcionamiento de la Convención. ¿Qué balance se hace de estos tres meses de trabajo?
“Ha sido un trabajo con altos y bajos. Con aciertos y desaciertos, porque la Convención comenzó haciendo declaraciones políticas, como son las referidas a los presos del estallido social y otros aspectos que no iban en el rumbo de lo que nos encomendó la ciudadanía. Cuando comenzamos a funcionar en las comisiones transitorias, creo que el nivel y los tiempos de trabajo fueron adecuados, acorde al nivel de discusión que había que tener para el reglamento; porque esto era el marco general que iba a dar las pautas para todo el trabajo de la Convención (…) En ciertos temas se lograron buenos acuerdos, pero en otros ha habido materias en que hasta el día de hoy existe disenso”.
Establecer un reglamento, generar un funcionamiento y una base estructural de trabajo requiere dedicación. ¿Cuesta empezar de cero y darle forma a una institucionalidad?
“Sin duda, porque es algo del cual no se tenía antecedente alguno en la historia de Chile (…) El trabajo de la Convención se fue formando a través de los distintos colectivos en que nos fuimos agrupando y con sólo los lineamientos generales que nosotros teníamos. Se ha avanzado bastante, considerando que partimos desde cero; aunque también ha habido algunas equivocaciones y algunos puntos en que se está extralimitando lo que son las facultades de la Convención”.
¿Listo este marco reglamentario se termina una etapa y comienza otra? Y en una fecha emblemática para muchos, como lo fue el 18 de octubre, se comienza la discusión del texto constitucional…
“Así es. Coincidentemente con el aniversario del estallido social, que es una fecha que a mi juicio en lo absoluto es bonito conmemorar. Creo que no es positivo comenzar la redacción de la Constitución el 18 de octubre. Es sólo una casualidad de los tiempos (…) Sin perjuicio de eso, creo que el trabajo que se va a empezar a hacer ahora, a través de las siete comisiones temáticas, va a ser muy provechoso (…) Ahora se viene esta etapa donde hay una responsabilidad todavía mayor, porque hay muchas expectativas de la gente puestas sobre nosotros. Tendremos que dar el máximo de nuestro esfuerzo para poder hacer un trabajo serio y responsable”.
¿De ahí surge esa declaración pública de un grupo de convencionales que dice que no se puede construir una constitución a partir del sectarismo, la exclusión y el quebrantamiento de las reglas?
“Como convencionales tenemos la responsabilidad y la conciencia del mandato que nos ha entregado la ciudadanía; y que nuestros cargos implican representarlos a ellos, como también llegar a acuerdos en pos del bienestar del país. Por lo mismo, todos debemos estar en una posición que pueda ser de dialogo, constructivo y no tanto de aplastar -por tener una mayoría circunstancial- al otro grupo que también tiene algo que decir. Para el bien del país, esta nueva Constitución se debe trabajar en torno a un acuerdo transversal”.
¿Y desde su óptica, considera que hay algunos que pretenden distorsionar el mandato ciudadano de esta Convención?
“Lamentablemente sí. Hay algunos grupos que creen que nosotros los convencionales tenemos muchos más poderes y atribuciones que las que nos da la ley y nuestro mandato. Con esto hay que ser muy responsable, porque nosotros tenemos un poder limitado y una función muy específica que es redactar la nueva Carta Magna, y no, por ejemplo, darles órdenes a otros poderes del Estado. No estamos sobre ellos”.
¿Hay un error, entonces, cuando se actúa con una mirada ideológica, pensando en intereses electorales y mirando el corto plazo?
“Todos de manera transversal tenemos que dejar de lado los intereses personales, propender a una mirada más amplia y no tan centrada en las ideologías partidistas o de grupos políticos. Tenemos que ser capaces de buscar acuerdos más grandes, y por lo mismo existe la regla de los 2/3 y así nosotros mismos podamos ponernos de acuerdo (…) Más que refundar el país con nuevas ideologías, tenemos que hacer lo que sea necesario para que la Constitución, como se dice, sea la casa de todos”.
¿Y en esta diversidad de convencionales, cada uno desde sus ámbitos, se dificulta el dialogo o bien se fortalece el debate?
“El que haya una diversidad de perfiles personales y profesionales, es bueno. Eso da una riqueza social, cultural a quienes integramos este órgano (…) Si bien tenemos diferencias en lo político y lo personal, ahí se radica la necesidad de poder llegar a acuerdos. Lógicamente eso no es fácil, pues creo que la primera traba siempre es la ideología, y por eso tenemos que ser capaces de hacer el ejercicio de ponernos en el lugar del otro, que finalmente nos permita construir una Constitución donde quepamos todos”.
¿Pero los desencuentros y discrepancias no faltan, como las que ha tenido Ud. con la presidenta de la Convención, Elisa Loncón?
“Desde un principio he sido crítica de muchas acciones que ha realizado la mesa de la Convención, a través de la presidenta y el vicepresidente (…) Mis críticas han sido siempre con un espíritu constructivo. Pero también celebro lo bueno, porque creo que ha mejorado la conducción de la mesa (…) Si hay una política que tengo, es que las cosas no hay que callarlas. Con mucha responsabilidad me hago cargo de mis críticas, pero también de reconocer lo bueno y cuando las cosas se hacen bien”.
Y cuando algunos parlamentarios hablan de “pequeños dictadorcillos”, en alusión de la mesa; ¿lo comparte o son declaraciones desafortunadas?
“No me gusta usar ese tipo de calificativos, porque no es mi estilo. Creo que sí se ha generado un sentimiento de contrariedad, porque ha habido actitudes en que la mesa se ha mostrado muy intransigente y cargados hacia sus convicciones (…) Todavía tengo fe en que puedan enmendar el rumbo, con una mayor apertura hacia quienes no pensamos igual, y así puedan tener cabida todos aquellos que tienen voces que quieren ser escuchadas”.
Tema recurrente ha sido el quorum de los 2/3. A su juicio ¿éste garantiza un apoyo contundente a la propuesta constitucional? ¿Es el instrumento para buscar los acuerdos que se necesitan para elaborar el cuerpo constitucional?
“Exactamente. Creo que precisamente lo que se buscó al instaurar esta regla, a partir del acuerdo por la paz, y que quedó consagrada en la Constitución, es que nosotros nos pusiésemos de acuerdo y que las normas constitucionales no fueran aprobadas por una mayoría circunstancial y simple; sino que fuera una amplia mayoría la que las respaldara. Ahora bien, quienes somos de los colectivos de la centroderecha no tenemos 1/3 para bloquear, como muchas veces se dijo. Por tanto, la idea es que entre todos y con acuerdos amplios, podamos construir la nueva Constitución. Esa es la razón del quorum supra mayoritario de 2/3”.
Plebiscitos dirimentes es otro tema que ha sacado roncha. Mientras unos dicen que son la única herramienta de participación ciudadana, otros aseguran que torpedea la opción de llegar a grandes acuerdos. ¿En qué quedamos?
“Este es un tema que debe ser mirado con mucho cuidado, porque a mi juicio crean una falsa expectativa de participación ciudadana. No se sabe si se van a implementar, porque es facultad del Congreso modificar la ley para ponerlos en marcha. Si esto no se da en el legislativo, no va a haber plebiscitos dirimentes (…) También se crea esta falsa expectativa porque no todas las normas van a ir a plebiscito dirimente, sino que sólo aquellas que no alcanzaran los 2/3, pero si los 3/5, y que además el pleno de la Convención así lo califique. O sea, la mayoría circunstancial decidirá qué es lo que va y qué no va a plebiscito”.
¿Pero habrá un rol ciudadano en cuanto a la elaboración del texto?
“Los reales instrumentos de participación ciudadana serán las distintas asambleas y reuniones auto convocadas, que por lo demás están en el reglamento de participación popular. También están las iniciativas populares constituyentes, que se materializan a través del patrocinio de firmas y las consultas ciudadanas; tanto en materia indígena como en aquellas relacionadas con la ciudadanía, en general. A todo ello se suma el trabajo territorial que nosotros vamos a realizar en cada uno de los distritos”.
Y este ejercicio de cuentas públicas en el territorio, ¿busca ser un antes y un después en los cargos de representación popular y la actividad pública?
“Es necesario no perder la conexión con los territorios y con la gente a la cual representamos. A veces es muy fácil perderse en la discusión, en las sesiones y desconectarse de la realidad y de lo que está pasando. Las semanas territoriales son positivas, pero más que las cuentas públicas, me gusta el dar espacio a la gente para que puedan interactuar y de paso podamos recibir retroalimentación (…) Las personas nos puedan ir orientando y ayudando, porque en definitiva es un trabajo que se hace con una mirada ciudadana”.
¿Qué puede esperar la gente a partir de mañana? La expectativa ciudadana es alta y los ojos estarán puestos en esta etapa que comienza.
“Hay personas que están muy esperanzadas en este trabajo, pero también hay mucha gente que me ha comentado estar muy desilusionada de este proceso (…) Aún estamos a tiempo de poder cambiar ese sentimiento y enmendar el rumbo, porque no queremos más ciudadanos decepcionados de la política y menos de este proceso constituyente”.