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REPORTAJE: Conozca la cuadra donde reina la delincuencia en Talca 

En la 1 Sur, entre 11 y 12 Oriente, con el paso nivel a medio camino haciendo de embudo, los locatarios del Mercado Estación están aburridos de la delincuencia (texto y fotografía Rodrigo Contreras Vergara)

Algunos locatarios han optado por habilitar cámaras de seguridad.

Ya en la tercera entrevista, agobiado tal vez por un calor estricto y fuera de lugar a las diez de la mañana, comencé a mirar con recelo a la gente que subía y bajaba por la Uno Sur, entre 11 y 12 Oriente, antes de cruzar el paso bajo nivel.

El entrevistado me decía que tras largos años observando a los delincuentes, podía reconocerlos a simple vista. De reojo traté de poner atención a los detalles, a los gestos, a las miradas. Pero supongo que una hora de reporteo no alcanza siquiera para aprendiz de guardia de seguridad.

Ninguno de los entrevistados quiso aparecer con nombre y apellido. Menos aceptaron una fotografía. Pero todos estaban ansiosos de contar el gran problema que afecta a este tradicional sector de Talca. No es la Uno Sur. No es la 11 Oriente. Tampoco el Terminal de Buses. Es, nada más y nada menos, que el “embudo” de Talca. Se vacían los buses y microbuses del terminal con escolares y trabajadores que llegan de las comunas y localidades vecinas, gente que se desparrama en supermercados, galerías y persas, que toma colectivos y micros en la Plaza Arturo Prat… hasta que de repente, algunos, muchos, dependiendo de la hora y el día, se angostan al pasar debajo de la línea férrea y caen casi sin darse cuenta en los locales del Mercado Estación o Mercado Chico, como usted prefiera.

Un embudo ideal para los delincuentes, una aglomeración que invita al “lanzazo”.

EL MOMENTO PRECISO 

“F” llegó a los puestos del Mercado Chico después del 2010. En esa época también robaban. Pero ahora no hay límites. “F” dice que operan bandas dedicadas exclusivamente a robar en el sector. Cinco o seis personas llegan diariamente, como si se tratara de un trabajo cualquiera, y acechan a los transeúntes distraídos, los persiguen y, llegado el momento preciso, atacan. Les roban el celular, les abren las mochilas, les sacan las billeteras. “Es gente de la 3 Sur, mujeres…Uno le advierte a la gente que tenga cuidado, que lleven las mochilas adelante…pero igual se confían”.

A los lanzazos se suman los asaltos a los locales. Hace ocho o nueve meses, cuenta “F”, robaron en varios puestos. Y si bien ya puede reconocer a los delincuentes, ya sea porque son habituales en el sector o por la forma en que se acercan y miran o no miran, optó por utilizar dos cámaras de seguridad.

Propone más presencia policial, cámaras y mejor luminosidad en la noche para enfrentar la delincuencia. Carabineros hace patrullajes, asegura, pero no son suficientes.

A unos metros del local de “F”, un padre y su hijo administran un negocio de calzado. Lo primero que advierten es el tema de la delincuencia. Coinciden con “F” en que antes también había robos, pero no era tan dramático. Y aportan otro dato. Dicen que las bandas se ubican estratégicamente en el paradero de la 11 Oriente, ubicado a metros de los locales, para robar celulares.

La situación se complica los fines de semana cuando no hay fiscalización a los ambulantes, quienes se instalan en la vereda facilitando la aglomeración de peatones.

MÁS VIOLENTOS 

En medio de la 1 Sur, flotando como una isla entre las veredas sur y norte, casi al llegar a la 11 Oriente, funciona una central de radiotaxis. Una mujer que coordina los llamados telefónicos, corrobora la compleja situación de seguridad del sector. “Sí, es difícil, los choferes prefieren no quedarse en el lugar en la noche”. Frente a la caseta, en la vereda norte, justo en la esquina, se ubica una mueblería. Una empleada cuenta que a un trabajador le han robado dos veces la bicicleta que dejaba amarrada a un poste afuera del local».

Un antiguo dirigente del Mercado Estación tiene identificado a dos antisociales que vienen todos los días a robar. Un día los vio pasar y al rato un escolar se devolvía desconsolado porque le habían robado su celular. Otra vez la víctima fue una haitiana que se lamentaba por sus documentos perdidos. “Sin contar cuando nos roban a nosotros en los locales, pero lo que más siento es cuando le roban a la gente…Vivimos intranquilos y ahora son más violentos…un fin de semana e escucharon unos disparos debajo del puente”.

El dirigente indica que llaman a Carabineros, pero casi siempre llegan tarde. Y cuando han logrado arrestar a alguien, la justicia lo deja libre y vuelve a lo suyo. No hay solución.

Crucé a la vereda norte, justo delante del Crece, y observé durante algunos minutos hacia la vereda sur. Atento a mi mochila y al bolsillo donde guardaba la billetera, miré atento a los peatones que circulaban frente a los locales del Mercado Estación. Los vehículos pasaban creyéndose a salvo. Afortunadamente, en esos minutos de ruido en cámara lenta, nadie gritó ni pidió auxilio.

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