En medio de la incertidumbre que vivimos quizás haya que regresar a los griegos, buscar en nuestro interior el sentido de la vida. Hay un cansancio y un fastidio de la situación actual. En octubre pasado, el presidente ruso Putin hizo una velada amenaza de uso de armamento atómico para la resolución de conflictos. El presidente Biden advirtió el peligro: “No creo que exista tal cosa como la posibilidad de usar fácilmente un arma nuclear táctica y no acabar en un Armagedón” (alude al fin de los tiempos mediante catástrofes).
En estos tiempos de incertidumbre, el connotado sociólogo, Rodrigo Baño Ahumada, profesor titular de la Universidad de Chile, en “La era de la farsa. A precio de Mercado” (Editorial Catalonia, 2022), le da una mirada a este mundo caótico, desde su perspectiva. Durante la conversación que sostuvo con Diario Talca, Baño describe un estado de cosas en el que se funden dependencia y sobre individualización y donde el dinero es “dueño y señor”. Formador de generaciones, Rodrigo Baño es director de Análisis del año, una prestigiada publicación de referencia que desde hace más de dos décadas aborda temas de política, economía, sociedad y cultura. En el año 2017, Ediciones LOM le publicó en dos tomos “Y va a caer… como decíamos ayer”.
Según Baño, “la farsa está presente no sólo en la academia y en el arte, también en la política, la educación, el culto religioso y el discurso moral… Los valores que se proclaman ocultan que el único valor es el dinero… Es un tema monetario, porque el dinero es el medio de pago en el mercado. El tránsito, casi completo ya, desde la economía doméstica a la economía política, significa que la satisfacción de necesidades sólo depende del poder de compra”.
“No creo ser muy original al decir que el proceso constituyente tuvo mucho de farsa. Es normal que así sea y no es culpa de los constituyentes, ni de los políticos, ni del festín de los medios de comunicación, es el espíritu de la época, como diría Hegel. Quizás fue más notorio, porque fue comunicado como espectáculo, pero cualquier proceso político tiene el componente de farsa. Lo que me parece más interesante del proceso que desemboca en el rechazo es que da cuenta de la diferencia entre hegemonía y mayoría en términos de valores”, precisa Baño.
Rodrigo, ¿cómo hemos llegado a vivir lo que denomina la época de la farsa?
“Se trata de un proceso larguísimo, que parte desde la comunidad primitiva del grupo (familia, clan, tribu) que produce lo que consume y consume lo que produce y llega hasta la economía global, mercantilizada y monetizada en que el único valor es el dinero y vive la farsa de creerse individuo que se hace a sí mismo y tiene un proyecto personal en circunstancias de que es un ser inerme e incapaz que depende de todo el mundo para satisfacer sus necesidades”.
¿Qué la caracteriza?
“Lo que más caracteriza la época actual es que todos los valores se subordinan al dinero y sin embargo se aparenta que hay otros valores superiores como el arte, la religión, el deporte, la amistad. Pero el arte no se aprecia por valores estéticos sino por el precio que tiene la obra, el deporte se valora según valgan los deportistas en el mercado, la religión por la riqueza que proporciona a sus cultores, la amistad por la utilidad que tenga para conseguir bienes valiosos como empleo o negocios ventajosos”.
Hace poco escribe en una entrevista: “El tránsito, casi completo ya, desde la economía doméstica a la economía política significa que la satisfacción de necesidades sólo depende del poder de compra”. ¿Acaso permea toda la vida social?
“Efectivamente, permea toda la vida social: la frase del mozo en el restorán: ‘Que disfrute la comida’ es pagada. El cariño que recibe una criatura en la sala cuna es pagado… y así por delante”.
¿De alguna manera si no estás en el mercado, no tienes poder de compra, no vales nada?
“Exactamente. Tienes que estar en el mercado como comprador de mercancías o como vendedor de fuerza de trabajo. Generalmente en ambas situaciones”.
Si el único valor es el dinero y todos los demás valores se diluyen. ¿Considera que las personas se han convertido en fusibles, que se usan y desechan?
“No es que sean fusibles y se desechen. Son indispensables como demanda en el mercado, para lo cual tienen que tener poder de compra. El problema es que si las personas dejan de estar en el mercado laboral y no tienen poder de compra son desechables”.
¿Cuál sería esa diferencia?
“Los valores posmodernos son hegemónicos, pero no son mayoría, lo cual ratifica que las condiciones materiales de existencia inciden en la definición de estándares de valor. Pero, esto sería muy largo de explicar, tan largo como una era de la farsa que no se altera con cambios de escenario”.
Rodrigo, después del estallido social del 18 de octubre, ¿qué sentido esperanzador vio en el movimiento social?
“Sólo trato de describir y explicar una situación. No pretendo valorar en términos de si esto es bueno o es malo; tampoco soy un nostálgico de los antiguos tiempos. De manera que no evalúo lo que sucede en cuanto a si acelera o disminuye el desarrollo del proceso que describo. No pretendo pontificar acerca de las bondades o maldades del proceso descrito. Simplemente trato de entenderlo”.
Lo que sucede en Chile, ¿es también una tendencia mundial?
“Naturalmente, es una tendencia mundial que puede ser más fuerte o más débil según las sociedades”.
Los hombres para vivir en sociedad necesitan necesariamente un orden. ¿Qué coordenadas le puede entregar una nueva constitución?
“Ciertamente la vida en sociedad requiere un orden, un conjunto normativo que establezca las expectativas calculables de comportamiento. Las coordenadas que establecerá una probable nueva Constitución serán las que correspondan a la correlación de fuerzas sociales y políticas del momento”.
¿Espera algo de la constitución que se volverá a escribir?
“Creo que lo más probable es que no tenga normas muy distintas a las vigentes, salvo la proclamación de nuevos valores emergentes, como los llamados posmaterialistas, siempre que ellos no alteren los intereses de los sectores dominantes”.
Los humanistas como usted que no quieren vivir en una sociedad monetarizada, ¿qué alternativa tienen?
“Me atribuye posiciones respecto a la sociedad existente. No es que carezca de posiciones, pero evito plantear opiniones o valoraciones en el libro recién publicado. Creo que efectivamente el humanismo está en retirada. Cuando se plantea el animalismo o los derechos de la naturaleza, como si pudiera haber derechos de animales o de cosas que no son humanos se está negando que el ser humano es el único que puede tener derechos. Distinto es que se entregue a los humanos el derecho a exigir respeto y cuidado de animales o naturaleza. La forma de plantear las cosas no es inocente”.
¿Qué armas nos puede dar la democracia para buscar otro orden?
“La democracia supuestamente es un régimen que establece las condiciones para redefinir el orden. El problema es que la democracia no funciona y no estoy seguro de que pueda funcionar… Que la sociedad no se sienta representada en el sistema político constituye un permanente problema para la estabilidad de este y las posibilidades de éxito de sus propuestas. Los gobiernos cuentan cada vez con menos apoyo y las autoridades elegidas parten con un muy débil respaldo, puesto que la mayoría no ha participado de hecho en su elección. El invento de la segunda vuelta en elecciones solo sirve para mostrar ficticiamente que se elige una autoridad con mayoría absoluta de votos, en circunstancias de que su real votación de apoyo fue lo que obtuvo en la primera vuelta, a lo que se debe agregar que regularmente se vota por un candidato para evitar que gane el otro. Difícil esto de la democracia representativa cuando se la mira de cerca, solo parece funcionar cuando pasa desapercibida”.
¿O es inevitable esta sociedad donde se imponga el dinero, como principio y fin?
“No se sí será inevitable. Es muy difícil especular sobre lo que podría ser. Sólo planteo que en la actualidad la tendencia es hacia la mercantilización total y al predominio del dinero como única medida de valor”.