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Todas las vidas del Museo O’Higginiano de Talca tras su reapertura

Y todas sus resurrecciones. Y todo el Maule, su cultura, sus habitantes, su montaña, su valle y su litoral. Su patrimonio, vivo y pasado, su historia. Y que todo quepa en una casona vuelta a restaurar, bajo la dirección de Alejandro Morales Yamal y sus 18 años en el cargo. Y toda la ambición de un proyecto que aspira a mucho más que mostrar objetos (por Rodrigo Contreras Vergara)

El 2005, dos años después de asumir como director del Museo O’Higginiano y de Bellas Artes de Talca, Alejandro Morales Yamal decía en una entrevista en el desaparecido Diario El Centro, que estaba pensando “en un museo para el siglo XXI”. Luego vendría una remodelación que el terromoto del 2010 dejó en nada. Y de ahí en adelante, más de 10 años cerrado. Hasta que el pasado miércoles 24 de noviembre se realizó la reinauguración.

Han pasado 16 años desde la entrevista en El Centro, y esa frase de Morales adquiere pleno sentido al recorrer el renovado recinto. De hecho, antes de sentarnos a conversar, Alejandro Morales invita a que realice el recorrido en solitario, apostando a que descubra por mí mismo el espíritu del nuevo museo.

Lo de nuevo es un decir. Sigue siendo la misma casona colonial de patios y corredores, de salas y salones. Pero, claro, la palabra museo le queda chica, al igual que los apellidos O’Higginiano y de Bellas Artes. Aunque sin dejar de ser museo ni renegar del prócer ni de la belleza, el recinto ambiciona ser un punto de encuentro, de diálogo, de la identidad maulina. Un lugar donde el visitante se reconozca, aprenda, hasta se emocione con sonidos, imágenes y objetos, en un recorrido de mar a cordillera o de cordillera a mar, pasando por el valle, por el Baile de los Negros de Lora. Un espacio donde leer y descubrir los detalles del Acta de la Independencia, escuchar los relatos de viejos ferroviarios o tonadas tradicionales, o abrir cajones, tocar pantallas, viajar sin subirse a un avión o a un auto. Tal vez sentir el traqueteo de un buscarril serpenteando por el corazón del valle.

Y eso que faltan detalles. Alejandro Morales dice que están en marcha blanca, trabajando en cuestiones de montaje, de dispositivos tecnológicos y descripciones. Morales habla con entusiasmo, pregunta qué pienso, entrega algunos datos. Como que en la primera semana de apertura 452 personas visitaron el museo. También que de los 350 objetos que se exhibían antes del 2010 se pasó a más de 700 en la actual museografía.

En la primera sala una declaración de principios: “El Maule como nunca lo has visto”. Entonces aparecen pantallas digitales para descubrir personajes históricos, objetos hechos en Talca, levantas un auricular y escuchas relatos de trenes, abres un cajón y hojeas un texto histórico. O miras imágenes acompañadas de sonidos evocadores en una pantalla quebrada. La invitación es a descubrir, a ser parte de la historia, a intentar una respuesta a la vieja pregunta de qué es la identidad maulina. ¿Existe algo así como una identidad maulina? ¿Dónde está esa identidad? ¿Soy parte de ella?

Yo, sin ser maulino, más bien hijo adoptivo, después de recorrer el renovado museo, logré una aproximación a algunas de esas preguntas. Y sí, hay una identidad maulina. Una esencia que la nueva museografía, diseñada localmente con ayuda de un equipo de la Subdirección Nacional de Museos, logró reflejar en todos los detalles.

Un lugar para explorar, para decubrir el Maule, dice el director. Porque hay que preservar lo que somos a las nuevas generaciones. “Estamos a tiempo de no perder nuestra identidad”. Y para eso un guion, como el de las películas, escrito y reescrito hasta llegar a este viaje sensorial por la historia de la maulinidad, sí, maulinidad, sin vergüenza a pensarla, a decirla, a defenirla. Porque no es pecado ser maulino.

Tantos libros impresos, tantos artículos periodísticos, tantas actividades en distintos y diversos rincones, tienen ahora al mejor aliado, un espacio que reúne y dialoga con todos, y que -promete- no se quedará estático esperando a los visitantes.

Está el desafío de la renovación constante, de recibir colaboraciones, de mostrar lo que está ocurriendo y lo que ocurrirá. “Esta es una aventura que recién comienza”, promete Alejandro Morales.

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