Los lectores más antiguos probablemente recuerden aquellas tardes en que veíamos “Sábados Gigantes”. Allí, Don Francisco hacía numerosos concursos en que empeñosos participantes se esforzaban por ganar algún dinero. Uno de mis favoritos consistía en decir “sin repetir, ni equivocarse” ciertos objetos/elementos/herramientas relacionados con algún oficio o situación que el animador estipulaba, en sólo un minuto La idea era decir mucho, en poco tiempo.
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Recordé lo anterior la semana que termina, cuando me enteré que varios integrantes de la Comisión de Derechos Fundamentales, de la Convención Constitucional, han expresado su temor de no disponer del tiempo adecuado para debatir suficientemente, algo tan trascendental como las materias entregadas a dicha Comisión. Y ocurre que tienen toda la razón.
¿Cuáles son las materias (derechos fundamentales) que deben discutirse en esta Comisión? Según el Reglamento General de la Convención, son 43 derechos. Nada menos. Sin embargo, este listado es la base de lo que se discutirá, y nada obsta a que, durante el debate, vayan surgiendo otros derechos que la Comisión estime importantes y les incluya en el catálogo. Además, debe recordarse que la ciudadanía ha presentado múltiples “iniciativas populares” y estas deberán ser discutidas, habida consideración del respaldo ciudadano que las impulsa.
¿Pero cuáles son esos derechos fundamentales? La Comisión los agrupó en 4 “bloques temáticos”: El primero aborda las definiciones generales sobre derechos fundamentales. En el segundo figuran derechos como a la vivienda; al trabajo y su protección; a la seguridad social y el sistema de pensiones, y a la educación, entre otros. El tercer bloque considera el derecho a la libertad de conciencia, de opinión y de prensa; de expresión; los derechos sexuales y de reproducción; y el derecho a la vida, a la integridad física y síquica, por ejemplo. Por último, el cuarto bloque comprende el derecho de igualdad ante la ley; de las personas mayores; de las mujeres; de las personas con discapacidad; disidencia sexual e inmigrantes, entre varios más.
Leyendo el párrafo anterior, el Lector se dará cuenta por qué esta Comisión se apellida “de Derechos Fundamentales”. Se ha asignado a sus miembros la misión de debatir acerca del derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad ante la ley y otros de tamaña trascendencia. Nada menos. Seguramente también por eso, esta es la Comisión que tiene mayor número de integrantes: 33 Convencionistas, varios de ellos maulinos. Pero, y aquí va el sentido de este comentario, el tiempo que se ha asignado al debate es, sin duda alguna, insuficiente. Demos un solo ejemplo: El tercer bloque temático incluye 18 derechos y libertades, como la libertad de conciencia y religión; la libertad de emitir opinión, de información, de culto y de prensa; la libertad de expresión; el derecho a la seguridad individual; la libertad de emprender y desarrollar actividades económicas; la inviolabilidad del hogar y de las comunicaciones; los derechos sexuales y reproductivos; la libertad personal; el derecho de propiedad; el derecho a la vida y a la integridad física y psíquica; el derecho a la honra; el derecho al debido proceso y todos sus derechos asociados; el derecho a reunión; la libertad de asociación, y varios más. Para debatir todo eso, la Comisión dispone de sólo 3 sesiones, de 4 horas cada una. O sea, 12 horas. Es decir, 720 minutos. Y, considerando que son 33 los miembros de la Comisión, cada uno dispondrá de, apenas, poco más de 21 minutos, para referirse al derecho a la vida, a la libertad, “y a los otros”.
¿Alguien puede defender un cronograma como ese? ¿Alguien cree que personas sabias, instruidas y experimentadas, como lo son varios de los integrantes de esta Comisión, podrían en 21 minutos referirse a todos estos derechos y libertades, exponer sus puntos de vista, ilustrarlos, defenderlos y debatir opiniones distintas? ¿Sin repetir, ni equivocarse?
Entonces, observando esta situación, considero razonable que varios de los Convencionistas aludidos hayan manifestado sus aprensiones. Si su intención es realizar un trabajo acucioso, responsable y significativo, requieren de un tiempo mucho mayor que el disponible. La Convención, lo pudimos observar, empleó largas sesiones en debatir asuntos ajenos a su cometido específico. No olvidemos que su trabajo comenzó en julio, hace más de 6 meses, y que su mandato les confería 9 meses, ampliables hasta 12, para realizar su misión redactora. Y si recién hoy, cuando ha transcurrido más de la mitad del plazo (total), comienzan la tarea concreta, es que sus directivos no supieron, no pudieron o no quisieron abordar la magna labor que la ciudadanía les encomendó, con la seriedad que se requería.
Lo más probable es que la Convención pida extender su labor mucho más allá de los 12 meses que se le asignaron. Y, en atención a lo fundamental de su labor, habría que prorrogarle ese plazo. Otra cosa es que se les prorrogue, también, la dieta y sus asignaciones.
Juan Carlos Pérez de La Maza
Licenciado en Historia
Egresado de Derecho